En un tiempo mínimo, en lo que ha ido de San Isidro -santísima trinidad ferial- a San Juan, que este año es una especie de múltiple urbano que se reproduce por toda la piel de toro, o lo que es lo mismo en cuanto los toreros se han retirado a la barrera a curarse las heridas que siempre deja el santo labrador y tomar aliento, se ha armado una zaragata mediática buena. Iba a escribir gallinero pero de momento me contengo a la espera de que salga el toro y lo apacigüe todo.
Ya saben que no hay nada más peligroso, lo cambio por imprevisible, no hay nada más imprevisible que un taurino en el parqué. Estos días se ha visto. Los empresarios se han puesto a la greña; los políticos vuelven a amenazar, ahora a San Sebastián, ya les advertía la semana pasada del peligro de los pactos y demás aristas que les despierta la pasión por el prohibir; los del papel rosa parece, sólo parece, han levantado el cerco al bueno de José Ortega aunque las previsiones apuntan a que volverán cual oscuros pajarracos, pero de momento celebremos que han dejado que pase el aire y hasta parece que el enfermo respira mejor; a la vez las redes sociales hierven sin excesivo respeto a las formas, eso no parece que vaya a menguar, en realidad va con los tiempos y no hay quien les ponga barreras; y los toreros, ya se sabe que hoy día cuando se habla de los toreros desde el plano representativo nos referimos a las figuras o a unas pocas figuras, auspiciadas por Juli…
Lea el artículo completa en su revista APLAUSOS