Muchísimos fueron los toros bravos y nobles que lidió Fernando Domecq durante su trayectoria al frente de Zalduendo. Pero sin duda, uno de los animales icónicos de la ganadería es Jarabito, inmortalizado el 20 de abril de 1999 en la Maestranza de Sevilla por Emilio Muñoz, que le cortó las dos orejas. La enclasada bravura de Jarabito fue el paradigma que siempre persiguió Fernando Domecq, un gran ganadero que nos ha dejado para siempre este lunes, 20 de mayo de 2019, veinte años después de aquel triunfo para la historia.