Mucho más allá de La México, existe el México de toros. Porque, entre otras cosas, mucho más allá del D.F. existe y es un país llamado México. Apena saber que la referencia taurina de un país agarrado al toro, apegado a su costumbre de toros, sea la deformación de las corridas de la Monumental. Deformación en el sentido más descriptivo del término pues no halla forma ni fórmula para definir el toro adecuado y necesario para dar crédito y credibilidad al toreo mexicano. Que la tiene y mucha. Porque luego de esa imagen que nos llega a través de Insurgentes, está una tauromaquia rica en matices, apasionada y viva. Es una lástima que esa tauromaquia casi mágica sea vista aquí con el escepticismo que se ve a lo que no tiene crédito, a lo que se considera menor. Y, se diga lo que se diga, desde aquí el embudo del D.F. no tiene el crédito de lo grande.
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