Santander. Tarde de sábado templada por la brisa del Cantábrico. Nada que ver con la calima mediterránea. El primer toro, un “venao”. Malo de verdad y con más peligro que una víbora en un bidé. Finito ejerció su derecho constitucional a la abstención y el plácido público santanderino le obsequió con un concierto de silbidos…