Yo creo que todos, tú, yo, los que se visten de luces, los que pasan por taquilla, todo el enorme mundo de los toros, estamos felices y expectantes. Ahí está la sensación de que el virus, la pandemia, la guasa que vino de China, del sur de África o vete a saber de dónde, nos ha tenido atados a la tristeza, al confinamiento, a la mascarilla y a todas sus consecuencias. Ahora parece que ha salido el sol de la normalidad. Y a ver si aguanta la temporada entera que es algo que todos estamos deseando.
Se abren ferias chicas, medianas y ya asoman Castellón (mi tierra, donde siempre hubo convivencia con el toro en la calle y con el toro y los toreros en la plaza). Se recupera Valencia, que ya dolía su silencio y el paro de los artistas falleros. Y la plaza cerrada. Y Madrid vuelve a subirse a la torre de la Fiesta por algo muy claro, porque Las Ventas, por encima de todas las plazas del mundo, es la que da y quita según estés. Y vuelve este año a abrir el camino a las figuras (bienvenido, Talavante) con todos los que estarán en Castellón, Valencia y Sevilla.
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