Si la tarde parecía que estaba ya a un nivel de emoción del que no se podía ir más allá, en el sexto llegó el delirio absoluto. Cuajó Daniel Luque de cabo a rabo al encastado cierraplaza, un gran toro de La Quinta, completo en todos los tercios. Se superó el de Gerena que sencillamente lo bordó. Por los dos pitones canalizó a la perfección la embestida del toro. Iba a más el trasteo hasta que entre los clamores del público se concedió el indulto. Sardinero, número 25, de pelo cárdeno y Daniel Luque firmaron una página de oro en la historia de Dax.