Como un héroe -no cabía otro modo-, así fue recibido Roca Rey cuando asomó por el callejón tras salir de la enfermería. El peruano sufrió una cogida muy dura en el epílogo de su primera faena. Tras pasaportar al toro y pasear la oreja, pasó a la enfermería visiblemente muy dolorido y con el rostro desencajado.
A partir de ahí, la incertidumbre. ¿Saldrá? ¿No saldrá? Salió. La voluntad del torero se impuso al criterio de los galenos, que le recomendaron no continuar con la lidia. El público, que gritó ¡Roca Rey, Roca Rey!, aguardó paciente la espera. La ovación, con los tendidos puestos en pie, fue clamorosa.