Alberto Donaire se recupera en el Hospital Clínico Universitario de Valencia de la grave cornada que sufrió este domingo en la plaza de toros de Valencia. El novillero riojano criado en la capital del Turia se muestra animado y pese a la seriedad del percance no ha perdido ni un ápice del convencimiento que mostró delante de sus dos novillos. “Estas cosas pasan y uno tiene que estar preparado para cuando llegan. Igual que a los futbolistas les pegan patadas, a los toreros nos pegan cornadas, así que hay que aceptarlo y verlo de forma natural”, señala.
-¿Ha sido tu mejor tarde en Valencia?
-Recuerdo una novillada sin picadores, precisamente también en octubre, con un eral de José Cruz, que me dejó mostrar mi concepto del toreo. Pero con caballos, ni en Fallas ni en esta última he tenido la suerte de encontrarme con un novillo que me diera opciones de torear como a mí me gusta. Así que aún me quedan muchas cosas por demostrar. También es importante que cuando sale ese medio novillo, como fue el domingo, la gente vea que soy capaz de remangarme y de no dejarme nada dentro, de dar la cara como creo que lo hice, esos detalles marcan la diferencia. A mí me supo a poco porque me quedé con ganas de mucho más.
-Recibiste dos volteretas, de la primera escapaste pero de la segunda ya no y llegó la cornada.
-Está feo que lo diga, pero tenía ganas de que me pasara una cosa así para probarme y ver si sigo con las mismas ganas de torear.
-¿Y…?
-Pues las ganas de torear están intactas, sigo teniendo todas las del mundo. La mentalidad es la misma, no ha cambiado nada en mi cabeza pese a la cornada. Si hubiera cambiado algo, mejor no estar.
-El percance llegó entrando a matar. En los dos quisiste matarlos por derecho y muy de verdad.
-En una plaza como Valencia, los triunfos no se pueden escapar. Es en estas plazas donde un torero adquiere categoría, nombre y se gana el futuro. Así que todo lo que se haga, aunque sea un pequeño detalle como matar bien a los novillos, tiene importancia. Para mí era una tarde clave, así que no podía pirarme de la suerte y no tirarme a matar como me tiré. No miré los pitones, miré el sitio donde quería meter la espada y ahí que fui. Aposté y… La espada es una cuestión de fe y de ganas, y más en los novilleros que no tenemos la técnica de los matadores. Muchas veces nos vemos abocados a hacerlo así, a matar con ambición y fe.
A Alberto Donaire, tras ser operado en la enfermería de la plaza de toros, se le practicó la misma noche del percance una colostomía preventiva. Su evolución las primeras cuarenta y ocho horas ha sido buena, aun con los lógicos dolores, y ya tolera alimentos. Aunque deberá pasar de nuevo por quirófano para recomponer la parte final del intestino donde ahora una bolsa permite la evacuación de las heces.
-Su tarde con el capote fue excelente.
-En cuanto vi a mi primero, sabía que no podía desaprovechar ni una embestida, ni un lance. Luego entré bastante en quites, llevé al primer novillo galleando por chicuelinas. Creo que la afición agradeció esa variedad y por momentos conseguí torear muy a gusto a la verónica.
Alberto Donaire ha terminado la temporada con media docena de paseíllos. De Valencia en Fallas a Valencia en octubre, el riojano ha firmado una campaña de crecimiento. “Cada tarde ha sido un reto. Las plazas de primera no son fáciles y recuerdo que en Fallas -su segunda novillada con caballos- todavía me estaba haciendo al novillo picado. El desarrollo durante el año ha sido bueno. Acabar en el hospital no es agradable pero estoy orgulloso porque ese novillo no me cogió por lila sino porque asumí y estaba convencido de que me podía coger”, concluye.