Una ganadería con más de sesenta años de historia y de afición por el toro bravo. En las estribaciones de la jerezana Sierra de Gibaldín, Rocío de la Cámara persiste en seleccionar ese animal ideal que posee en su concepto que viene definido por el galope y el ritmo de su clase y la potencia de su bravura. Con el tiempo, esta casa se ha convertido en un estandarte vehicular de la personalidad que aporta el origen Osborne en la embestida de un toro bravo. Con ese testigo de Osborne y el latido presente del tronco Domecq, esta casa sigue escribiendo su trayectoria lidiando ejemplares tan buenos como los que ha lidiado esta misma temporada en Sevilla. La calidad, como guía y patrón. Y Madrid, en el horizonte.
– “Lo más importante que posee Osborne es su clase, eso para mí es un valor añadido en el toro bravo y más en estos tiempos. Genéticamente es un tipo de animal muy puro”
– “La bravura es la fuerza que tiene un toro para pelear en la plaza hasta el final. Su potencia es la bravura. Eso no quiere decir que la bravura sea un sinónimo de toro bueno”
– “Ser ganadera es una satisfacción. Es sacrificado y no está recompensado económicamente, pero cuando ves lidiar un animal que se acerca a ese ideal de toro bravo que tienes, eres la persona más feliz del mundo”
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