Opinión

Al pan, pan y al vino, vino

No sé a usted querido lector aficionado al arte de Cúchares (¿por qué no al de Ponce, Morante, El Fino, Curro Díaz, Juan Ortega o Ferrerilla “el corto”, un día mejor que otro?), no sé a usted, repito, pero lo que es a mí no me llega la camisa al cuerpo cuando pienso en la próxima temporada taurina. Ni nosotros ni el que nació el día de Nochebuena, sabemos si será posible la continuidad normalizada de la tauromaquia o no. Pero lo que sí debemos tener más claro que el agua clara es que, si se reanuda el desarrollo normal del espectáculo taurino, todo será distinto.

A los héroes que se han vestido de luces en esta rara temporada que finaliza, a los ganaderos que han puesto sus toros, a los empresarios que han dado el paso adelante, y por supuesto a los aficionados, que pasamos por taquilla y somos los auténticos mantenedores de nuestra multisecular Fiesta, me temo que a los poncios que nos desgobiernan les va a resultar difícil volver a tomarnos el pelo. Sencillamente porque, con sus trapacerías, informalidades, mentiras y falsas promesas, ya han enseñado su auténtico rostro. Después de su empeño en aprovechar la pandemia, para intentar acabar con una de nuestras más antiguas tradiciones, lo van a tener crudo. Ya no tenemos ni un pase y además de negarles el voto en las urnas, sus cantos de sirena nos sonarán a música celestial en boca de semejantes saltimbanquis. Ya no nos queda la mínima duda de que en ellos tiene la fiesta de los toros su enemigo más acérrimo. Que odian por tradicional y por española. Así como suena. Porque para poder instaurar su dictadura necesitan borrar del mapa de España todo lo que huela a autóctono y esté enraizado en la entraña del pueblo. Y que no vengan con sonrisas ni zalemas porque, repito, ya no nos queda ni un pase. Ya nos han toreado bastante, y con muy mal estilo por cierto.

Lo que es quien esto firma, prefiere quedarse manco antes que echar su voto en las urnas a favor del que ha cambiado la coleta por el moño y del sucesor de Felipe y Zapatero, que ha dejado el partido con el que ha llegado al poder de tal modo que se parece al socialismo como un huevo a una castaña. Y eso, claro, si después de la desastrosa gestión de la pandemia del Covid-19 del infrascrito y sus socios de Gobierno, quedamos alguno para contarlo…

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Al pan, pan y al vino, vino

Paco Mora

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