Lo he dicho mil veces y me reafirmo. A mí me gustaría más, mucho más, una Fiesta en la que cada peón o ficha de este tablero tuviera un apoderado. Y que no fuera necesario cambiarlo por un empresario, porque tal y como están las cosas de mal repartidas, o estás en la mesa del gran banquete empresarial o lo contrario es la intemperie y, como mucho, si eres bueno, te ponen en algunas ferias pero en el cartel de los pobres. Lamentablemente es así. Y a la inversa es lo mismo. Si todos los empresarios llevan a uno, dos o tres, se apañan con una gran figura; tú, empresario de otra plaza, tienes que jugar a tener tus cromos para el cambio, compro, vendo y no me pasas por encima.
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