Mi portero es España. No es que sea Casillas, es el símbolo de España. Un ejemplo, una parte de la estadística de como somos. Sencillos con sus variantes a la baja. A veces simples. A veces tontos. A veces, algunas veces, faltos de leer. Mi portero me estuvo hablando de un pulpo como si hablara de Einstein, sin saber quién es Einstein. Eso por la mañana, buenos días, buenas, a ver qué dice hoy el pulpo. Yo, la verdad, ni caso. Más o menos sé quién es Einstein, pero del pulpo, Paul, ni idea. A la vuelta del currelo lo encuentro en faena, recogiendo los cubos de las bolsas de basura. Mayormente lo hace con cara de que aquí algo huele mal y de qué perra es la vida, pero lo encontré como recién salido de seis cañitas: qué, ya sabe lo del pulpo. Pues no. Y me miró como quien mira a un idiota.
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