Hacía tiempo que no os escribía, pero es que no he parado ni un día de hacer tentaderos. Conde de Mayalde, Los Azores, Buenavista, La Quinta, Juan Pedro… son sólo algunos de los sitios en los que he estado preparándome con compañeros como Sergio Aguilar, Morenito de Aranda, Miguel Abellán y mi compadre Rubén Pinar…
El miércoles por la tarde fui a lo del Conde. Tentamos entre Sergio Aguilar, un novillero de Sonseca que se apoda Miguelín y yo seis vacas muy buenas. Como la otra vez que fui a El Castañar, en Mazarambroz (Toledo), me dieron de jalar muy bien, comí muy ligerito antes de tentar y cuando acabó todo me puse tibio de nuevo.
Al día siguiente entrené por la mañana primero y después jugué a pádel con mi tercero, Alberto Molina. Se empieza a notar nuestra evolución, os lo aseguro… Por la tarde salí de viaje para Sevilla, concretamente a Camas, donde dormimos para, de buena mañana, ir a tentar a lo de Los Azores, lo nuevo que ha comprado Rafael Azor. Allí tenté con el Moreno -Morenito de Aranda- otras seis vacas y no veáis el gazpacho que le formé a una de ellas, muy brava muy brava y que me dejó apretarle de verdad, casi casi como ninguna otra vaca este invierno.
La tarde del viernes la pasé en Buenavista, la finca de Clotilde Calvo, donde tenté de nuevo seis vacas, esta vez a solas con Rubén Pinar. Allí, recuerdo que toreé un macho que luego se quedó como semental cuando era novillero sin picadores.
El sábado me marché a ronear por la mañana a Sevilla con mi apoderado, Gonzalo González. Hacía muy buen día y pasear por Sevilla siempre es un gustazo. Estuve por la zona de la catedral y antes aproveché para comprarme unos neumáticos, o sea, unos zapatos, cojonudos. Por la tarde fui a lo de La Quinta, donde echamos otra vez el Moreno y yo un tentadero fantástico. Las vacas, las seis muy en tipo, salieron buenísimas, en bravo, y sirvieron para ponerse a punto. Por cierto, hay que ver cómo pica el hijo pequeño del ganadero, Pepito, y cómo torea el mayor, Álvaro, que esta vez no se puso delante pero dirigió junto a su padre magistralmente el tentadero. Luego, la señora de la casa, que es encantadora, nos invitó a una cena buenísima.
El domingo estuve andando por Santiponce hasta Itálica, un pueblo romano de la zona. El paisaje era bonito, aunque todo eran ruinas y había que echarle bastante imaginación para visualizar cómo debería ser todo aquello en sus tiempos de esplendor. Después de comer fuimos a lo de Juan Pedro Domecq con Miguel Abellán. Toreé tres vacas y cada una salió de una manera, una un poco jiribillosa, otra muy buena y noble y la tercera exigiendo mucho y pidiendo papeles.
Ah, y no es por ser pesado, pero después del tentadero me puse a tomar el sol y después, como me puse a la sombra, por lo visto me enfrié y volví a constiparme. Hoy ya parece que se me ha pasado, pero hay que ver qué invierno estoy pasando de resfriados…