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Colombo deslumbra en la Feria del Sol de Mérida

La corrida había levantado expectación entre los aficionados venezolanos. La presencia de la ilusión patria, Jesús Enrique Colombo, junto con César Vanegas y Daniel Luque, congregaron cerca de 12.000 personas en los tendidos de la plaza de Mérida. El espectáculo no decepciónó. La corrida tuvo el común denominador de la movilidad y la nobleza, condiciones que aprovechó la terna para cortar seis orejas con merecimiento y rotundidad.

César Vanegas hizo gala de los galones que supone la veteranía y el largo rodaje. Dejo ver en su lote la claridad que impone la solvencia que siempre ha atesorado. Trasteo aseado condicionado por el viento, con excesivos tiempos muertos, que no del todo hizo entrar en calor a los presentes. La media ración de acero, tendido, dio pie a las palmas con la que se le premio actuación. Más mérito se le vio con su segundo. Faena de detalles, de torero curtido, colocación, metraje, altura de engaños, que a final de cuentas marcan diferencia, y sobre todo hicieron aprovechar las embestidas noblotas del toro. Los tres cuartos de espada en buen sitio fulminantes, dio pie a la petición de una oreja de peso.

No estuvo a gusto en su primero Daniel Luque, animal de bella lámina, el cual cuidaría excesivamente en el caballo, mero trámite, para luego en la muleta vencer estas condiciones así como el viento que hizo de esta un querer y no poder antes elementos adversos ya mencionados. Faena de detalles y aliños propios de una tauromaquia amplia que requiere de un toro y condiciones más potable. La estocada desprendida, previo a un pinchazo, dio pie a que saludara al tercio, tras petición de los presentes. Lo verdaderamente interesante vino en el quinto, un jabonero de nota para el ganadero, que no del todo funcionó en la muleta, trasteo que contó con dos partes, la primera venciendo las asperezas de un toro protestón al engaño, al que le aplicó la terapia del temple y firmeza de pies para vencer estas limitantes. Luego, vino el regodearse en muletazos de gran trazo, en especial por la derecha, donde la faena tomaría ribetes de gran calado al tendido, al punto de solicitársele al toro el indulto que el torero vaciló en no en tomar en consideración. El espadazo en todo lo alto, fue elemento indiscutible para que la oreja cayera en sus manos por su propio peso.

Lo de Colombo tuvo otro matiz. La faena al tercero fue un rosario de cualidades propias de un torero con ansias de triunfo. El anovillado que pechó en suerte le recibió con torero saludo por verónicas rodillas en tierra. El quite por tafalleras tras mero trámite en varas supuso aroma de toreo caro que luego en la muleta tuvo esencia de toreo ambicioso, en especial en el espectacular tercio de banderillas, tres pares de gran espectacularidad y sobre todo meticulosa interpretación. En la muleta vino el recital de series, comenzando rodillas en tierras, para desgranarse en labor por momentos donde se sintió a gusto, a pesar de las pocas fuerzas del animal, dosificándole siempre. Las bernadinas ceñidísimas con la que cerró faena en los bajos de sol supusieron ese elemento que faltaba a la faena para tras el espectacular volapié con la que crujió al toro, que cayó fulminado. Dos orejas. Pero vendría lo cumbre con Don Diego, animal de unas hechuras ideales, que no fallaron. La faena arrancaría interés desde el propio tercio de rehiletes, nuevamente con la espectacularidad de este torero, para en la muleta estructurar faena desde la óptica de la firmeza de terrenos, a pesar de dejarse trompicar las telas en más de una ocasión. El toro era un manantial de nobleza y bondad que supo sacar partido por ambos pitones lo que desataron la unánime entrega de todos los presentes, que hizo tras intentar perfilarse inmediatamente se asomara el pañuelo naranja, indicando el indulto del toro y el triunfo pletórico de torero y ganadero, un guiño de adiós que esta tarde tendrá su colofón final, por el bien de la fiesta brava en Mérida.

Al final, más de uno bajaba de la plaza toreando el viento. Habíamos visto la tarde que todos y en este caso la feria de este año necesitaba.

Mérida (Venezuela). Lunes, 12 de febrero de 2018. IV corrida de la IXXL Feria de Sol 2018. Toros de Los Ramírez, anovillados, en su conjunto nobles, destacando el lidiado en 6º lugar, Don Diego, número 297 de 445 kilos, castaño, indultado. César Vanegas, palmas y oreja; Daniel Luque, saludos desde el tercio y oreja; Jesús Enrique Colombo, dos orejas y dos orejas simbólicas. Entrada: Tres cuartos de plaza.

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Colombo deslumbra en la Feria del Sol de Mérida

Rubén Darío Villafraz

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