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Cuando los periodistas taurinos cambiaban la pluma por la muleta y la espada

En las décadas de los ochenta y noventa era frecuente que a final de temporada se celebraban estos festivales, donde los periodistas toreaban y los matadores ejercían de subalternos. En esta ocasión, el empresario Paco Dorado lo anunció como el festival doce más uno, y así el buen “bahío” acompañó el festejo en el que se homenajeó al ex alcalde de La Algaba, José María Torres Zapico, por su colaboración en otras ediciones.

Tal como relató para Aplausos nuestro compañero Juan Belmonte: “José Luis Benlloch sigue siendo el que aporta el temple sublime. De qué manera aprovechó las magníficas condiciones del de Manolo González para construir una faena al ralentí, hilvanando los pases con empaque propio. Cortó las dos orejas”.

El becerro de Tornay no molestó a Agustín Arjona, pero tampoco le ayudó demasiado. Fue, al menos, noble, y eso permitió que Agustín, por un lado con la técnica aprendida y por otro con el arte sevillano que lleva en sus venas, estuviera por encima y cortara también las dos orejas.

Fue bravo como un tejón, pero en bueno, el de Toros de la Plata, y Maurice Berho, siempre poderoso, le enjaretó series muy ligadas. Como siempre fue un cañón con la espada y se llevó dos orejas.

Otra consiguió Juan Ramón Romero, el único de los actuantes que ha sido profesional, y se la cortó a un becerro encastado de Osborne.

Valiente, entregado y hasta con buenas maneras estuvo Alberto Ruiz, compañero de 6 Toros 6, que con un difícil eral de Gerardo Ortega, se la jugó y resultó cogido, teniendo que pasar a la enfermería. Sufrió una luxación del hombro derecho de carácter reservado.

Como solía ser habitual en los festivales, cerraba plaza un novillero. En esta ocasión El Dani, pequeño de cuerpo pero con unas condiciones esperanzadoras. Tantas que ahora está consolidado entre los grandes del escalafón. Le cortó el rabo a un buen eral de hermanos Rubio Martínez.