Daniel Luque, a punto para el sorpaso

Daniel Luque arranca 2025 con la etiqueta de favorito y aspirando a lo máximo. No es la primera vez, pero en ninguna otra ocasión estuvo más justificado ese señalamiento. Hay motivos para creerlo: tras el brillante fin de temporada último, ahora su presencia en Valencia, Castellón, nada menos que cuatro tardes en Sevilla, dos en Madrid, con la Francia, que le rescató del ostracismo a sus pies, la cabeza en orden (la madurez personal es tema clave) y un apoderado de los considerados de escuela al timón, Luisma Lozano, parece, ahora sí, haber llegado al momento definitivo de su consagración.

Luque, sevillano de Gerena, gallo ganador, con un innato sentido de la lidia (con eso se nace) y un aleonado carácter (virtud y hándicap a la vez), amo de Francia, donde le repescaron en sus momentos más grises, y castigado por Roca Rey, que desde la discreción se niega a torear con él, parece vivir en el punto de madurez exacto para su mutación en gran maestro y dar el sorpasso en la campaña 2025.

“El veto de Roca Rey ya no me preocupa, tengo la mente puesta en mi camino”

Arranca en las Fallas alternando con Castella y De Justo, y seguirá en Magdalena en un mano a mano con Tomás Rufo, uno de los jóvenes emergentes, ante toros de Santiago Domecq, ganadería de las consideradas muy bravas a la que los consagrados no le tienen especial querencia. Luque encuadra esa combinación dentro de sus planteamientos de la temporada. “Voy a matar todo tipo de corridas, voy a torear manos a mano, voy a ir a Francia a torear con un torero joven al que ahora mismo todo el mundo quiere ver, Clemente, en realidad voy a torear con todos los que están saliendo, que es un detalle importante para el futuro de la fiesta”, insiste en una idea que contrasta con el trato que le aplicaron a él los consagrados incluso en tiempos recientes.

Las diferencias con Roca Rey, contencioso que se sitúa en el territorio de lo personal, que el sevillano ha esperado paciente a que se resolviese, no parece tener ahora muchas expectativas de arreglo: “No se ha resuelto pero la verdad es que ya no me preocupa. Tengo la mente puesta en mi camino y en mi temporada. No me importa, es algo que no depende de mí”.

Luque, a punto de cumplir veinte años de alternativa (comenzó muy joven), ha pasado por todos los estados artísticos, niño prodigio, matador emergente, promesa arrastrada por la inercia de las temporadas y la inconsciencia juvenil y vuelta a emerger. En ese vaivén alternó grandes triunfos en Valencia con momentos más grises o de extraño ostracismo como supuso no comparecer en la temporada pasada a pesar de que en las dos anteriores había dado una gran dimensión con corte de orejas a los toros de Victorino. No han sido esos sus únicos triunfos en el coso valenciano, muy destacables fueron aquellas Fallas en las que le proclamaron triunfador oficial tras cortar tres orejas a los toros de Juan Pedro alternando con Ponce y Morante nada menos y aquella otra puerta grande estoqueando toros de Cuvillo. “A Valencia voy con toda la ilusión del mundo, es una plaza en la que siempre me he sentido muy a gusto, donde se te atiende”.

“Cuando llego a la plaza ya no sufro. Llego en modo guerra y me digo he de salir adelante como sea”

Se considera a sí mismo como un loco muy cuerdo porque para enfrentarse al toro que sale a las plazas hoy día, tan grande, con tantos cuernos “y hacerle las cosas que le hacemos hay que estar un tanto loco, pero si no tienes cabeza es imposible. Parece contradictorio, pero no lo es”.

PREPARATIVOS EN LA SIERRA

Concentrado en el campo, concretamente en la finca El Quejigal de su amigo Zacarías Moreno, se prepara para la nueva campaña en un régimen de ejercicio intensivo y la mente puesta en Valencia. Torear y volver a torear, correr, respirar aire puro, hablar de toros, escapar de las distracciones propias de los inviernos toreros y volver a torear, incluidas vacas viejas ya avisadas de las que hacen llevar al límite los automatismos lidiadores, compone su día a día. El resultado es un cuerpo acerado y enjuto, tanto que las taleguillas de los vestidos de luces encajan sobradas como prueba del esfuerzo invernal.

Daniel es un obseso con los detalles, cuestión que le lleva al punto de aquilatar el apresto o la laxitud de los engaños: para el bueno los prefiere sin apresto, para los otros apuesta por una mayor rigidez. Y maneja el tema de los miedos toreros, que no niega, con singular interpretación. “Yo cuando llego a la plaza ya no sufro. Ya llego en modo guerra y me digo esto lo tengo que sacar adelante como sea, pero momentos antes sí sufro y mucho. Me adelanto a las cosas, veo reacciones malas de los animales y eso me descentra y evita muchas veces que esté al cien por cien. Pensar por adelantado lo que va a pasar no me ayuda nada. Es una asignatura pendiente que poco a poco voy corrigiendo”.  Y todo seguido Luque vuelve sobre Valencia: ¿Hay ambiente?, pregunta; hay ambiente, Daniel, y remata: “Es una plaza muy buena”.

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