Una furia anda suelta. Paradojas de la vida, una furia en el toreo bien se puede traducir, es el caso, por templanza, serenidad, también tiene mucho de quietud, de apuesta, tiene su ración de ambición, de reto, de mando en las muñecas… y ahora añade un “quiero torear con todos y de todo”. Esa furia y sobre todo esa advertencia final no es nada frecuente en las alturas del toreo. En esos cielos las divinidades ni son tan furiosas ni tan abiertas a los retos. Hablo de Luque, lo ves en el campo y le borras los límites, este tío, este torero, te dices, puede que no tenga límite porque además se le aprecia serenao en términos del propio torero, serenao quiere decir que ha aprendido a manejar la presión y a su propio carácter que le podía distraer y le distraía de lo fundamental. No ha supuesto traición, Luque, Daniel, que no hace tanto era Dani, se solía situar, calificación del propio torero, en un desorden ordenado y ahí permanece bajo el atractivo que genera su rebeldía personal y el control que da la experiencia. Y si alguien lo pretendía, que sí lo pretendían, en plural, no le han podido, no lo han derribado y sigue cada día, cada año, más reconocido.
Hemos quedado en la sierra de Madrid, en Guadalix, en la Dehesa del Quejigal, la finca de su amigo Zacarías Moreno, el hombre con el que se encontró un buen día y que tanto ha ayudado a fraguar ese Luque serenao que tanto rédito personal y artístico le está dando al propio maestro que aun serenao se reconoce aleonado. “Sí, aleonado, mi personalidad no la he cambiado, mi cosita esa no la pierdo”, se apresura a aclarar. El encuentro se resumió en una doble sesión de toreo y una buena sobremesa. Por la mañana en uno de los encerraderos de la finca, algo así como aquí te pillo aquí te… te toreo. Sucedió sin más preparativos ¡trae la muleta!, pedía y comenzaba el concierto. Una vaca vieja, otra vaca vieja, ¡echa otra, Zacarías!, todas gordas como tejones. Las vacas viejas, que eran como toros y comenzaban renuentes y amenazantes, acababan sometidas, imantadas a la muleta de un loco del toreo que parecía rebuscar en su interior el Santo Grial, el tesoro de Indiana Jones. Precisión de reloj suizo y obsesa constancia la de este Luque frente a los animales. ¿Será vicio?, te preguntas. Los toques justos hasta que eran innecesarios y le bastaba con un aleteo de la pañosa, la distancia corta que no le vas a dar ventajas a un animal toreado, las alturas exactas… exhibición lidiadora. Y por la tarde cambio de escenario, ahora en El Beato, en Chinchón, tentadero digamos que normalizado, plaza cerrada, eralas gordas, el picador, la proximidad de otro maestro de la cuestión que no le anda a la zaga en tales menesteres, Perera, compañero y amigo, estímulos recíprocos, buen humor y excelente talante general, dos caracteres, dos fieras en reposo y no digo que no se picasen. Lo llevan en el ADN.
Cuando le pregunto a Luque cómo espera la temporada que está arrancando no duda: “Muy importante, va a ser muy importante”. Le escuchas y te lo crees porque además te da razones en las que no entra el torear más o torear menos, la cantidad, asegura que le preocupa menos que otras cuestiones, eso lo deja al fluir de la temporada, al albur del devenir, el objetivo es progresar y tal como fue la segunda parte de la pasada es de lo más optimista. “Sí, tengo claro que la temporada va a ser de ataque, de asumir compromisos y retos importantes y nada fáciles. Torear la corrida de La Quinta en Madrid, matar la de Victorino en Sevilla, torear con todo tipo de compañeros, competir…”. Una pausa y continúa: “Sabes, el toreo en general está falto de ese punto de ataque para que al final el público disfrute de los encontronazos que es lo bonito y lo que llega, lo que transciende”. Una declaración de intenciones y un reto público para quien quiera oír.
-Y tú quieres trascender, claro.
-Claro.
En la reunión campera está Luisma Lozano, su nuevo apoderado que apuesta por la discreción total. “El encuentro es con Daniel”, se disculpa cuando le inquiero por los retos de su gestión, que en los apoderados de tradición siempre será mejorar los carteles de su pupilo, mejorar el número de contratos y ni qué decir de los números de… de lo otro, o sea, la pasta de los toreros que siempre se dijo que era sagrada. De momento el nombre de Daniel campea en Valencia donde el año pasado no estuvo, en Castellón mano a mano con Tomás Rufo, en dos tardes en Madrid y en cuatro nada menos en la temporada en Sevilla que uno y otro, apoderado y torero, muestran como un logro, que lo es, para Luque y para cualquier torero.
-¿Te sientes valorado?
-Yo sí. Me siento valorado por el público al que había defraudado. Recuperarlo ha sido algo que me ha costado mucho lograr y lo he conseguido. Y me siento valorado también por muchos compañeros con los que estoy toreando a diario y eso me hace sentir muy orgulloso.
-¿Y por las empresas?
-Sí. Poco a poco. Yo no quiero nada que no me haya ganado en la plaza, no quiero aprovecharme de circunstancias ni de momentos.
-¿Dices, reconoces, que defraudaste al público?
-Sí, sí. Esperaban mucho de mí y si al principio fui capaz de responder a las expectativas más tarde no fue así. Yo mismo fui el culpable de que la gente se desconectara, de que los empresarios no me contrataran y de que me quedara donde me quedé.
-¿Por lo que hacías en la plaza o por cómo te comportabas en la calle, por tus relaciones públicas?
-Por lo que hacía en la plaza, claro, lo que hacía en la calle no creo que influyese mucho teniendo en cuenta que no he sido una mala persona ni creo que le haya hecho daño a nadie y si lo he hecho he sido el primero en pedir perdón, aunque… soy cabezón y si me pican también soy el primero en tirar para adelante. Lo importante es que he sido capaz de reaccionar en los momentos malos y eso es lo que me ha llevado a vivir lo que estoy viviendo ahora.
-Te castigas mucho, siempre recuerdas tu culpa sobre los momentos de caída.
-Porque es verdad. Recordarlo me ayuda cuando tengo que hacer el esfuerzo. Cuando mi cuerpo no quiere exponer, mi mente me recuerda las tardes en las que tuve que hacerlo y no lo hice y las consecuencias que tuvo. Si eres ambicioso, yo lo soy, y quieres llegar a la cima tienes que hacerte esos planteamientos.
“La temporada va a ser de ataque, de asumir compromisos y retos, torear la corrida de La Quinta, la de Victorino, torear con todo tipo de compañeros, competir...”
-Felizmente todo eso es historia, todo quedó atrás. ¿Qué se pierde y qué se gana con los años?
-Se pierde juventud, inocencia, se pierde la novedad, pero a cambio se ganan muchas cosas, se gana poso, se gana seguridad, se gana oficio, se gana valor, se gana mucho.
-¿Y no es mejor en el toreo ser un poco inocente?... Saber demasiado puede ser un freno.
-Uno de mis defectos, en realidad una de mis virtudes que se puede convertir en defecto si no lo dominas es la facilidad. Estar fácil delante de un animal no transmite la dificultad que tiene lo que estás haciendo. Y eso sí perjudica. A mí me ha pasado y lo intento corregir, es mi asignatura pendiente.
-¿Cuál es el punto entonces?
-Cuando un tío sale salvaje a la plaza y es capaz de olvidarse de lo bonito, de sobreponerse a esa barrera que supone el estar pensando, lo estaré haciendo bien, qué pensaran de mí… es decir cuando uno es capaz de sacar lo que lleva dentro sin más es cuando has alcanzado la plenitud.
-¿Qué queda de aquel Luque rebelde y hasta montaraz que enamoraba a unos y crispaba a otros?
-Muchas cosas. Ese carácter no lo voy a perder nunca. Siempre que lo hagas con control y cabeza es bueno, eso es lo que me ha permitido no venirme abajo en los momentos duros. A día de hoy pienso mucho más antes de decir las cosas y cuando las digo soy consecuente de lo que digo y asumo las consecuencias. A eso se llega cuando se llega, cuando pasan los años y te equivocas tantas veces.
-¿Te consideras figura del toreo?
-Le tengo tanto respeto a esa consideración que no me lo considero. Eso lo tiene que valorar el público, los profesionales, el toreo… Lo que sí te digo es que a día de hoy me siento muy reconocido. El año que viene serán veinte años de matador y he hecho cosas muy importantes y otras no, pero he aprendido de todas.
“El toreo en general está falto de ese punto de ataque para que al final el público disfrute de los encontronazos que es lo bonito y lo que llega, lo que transciende”
-¿En esta historia de sacrificios y riesgo que supone el toreo qué papel juega la pasta?
-Es importante, claro. Es bueno para la motivación, para los momentos difíciles en que uno tiene que tirar para adelante y necesita de todos los estímulos y también como reconocimiento de lo que uno hace en la plaza.

Luque se reconoce "serenao", aunque apunta: "Mi personalidad no la he cambiado, mi cosita esa no la pierdo". Foto: Jorge Casals
-Papel importante pues.
-Me dice Zacarías que el dinero es muy bueno y mejor aún es tener el suficiente para no tener que pensar en él. Cuando lo tienes sabes que estás salvado, que tienes para vivir y hacer las cosas que te gustan.
-¿Se torea por dinero?
-Yo no. Yo soy feliz cuando hago lo que he hecho hoy, eso no está pagado con dinero, esa sensación de torear es impagable. Luego uno tiene la responsabilidad de sacar adelante unas familias, la propia, la de los profesionales que vienen contigo… son obligaciones que tienes que atender y qué mejor que hacerlo toreando, pero cuando te vistes de torero no piensas en el dinero. Ni yo ni ningún compañero.
“Estar fácil delante del toro no transmite la dificultad que tiene lo que estás haciendo. Y eso sí perjudica. A mí me ha pasado y lo intento corregir, es mi asignatura pendiente”
-¿Tú has sido buen administrador o más bien manirroto?
-Yo he tenido la buena suerte de que después de hacerlo tan mal como lo he hecho, encontrarme en el camino a gente que me ha ayudado a resolver el estropicio. Uno de ellos es el dueño de la casa donde estamos, Zacarías. En cualquier caso no me arrepiento de nada de lo que he vivido.
-Te lo preguntaba porque he recordado aquella autodefinición de que eras un desorden ordenado.
-Sí, sí, es así. Ahora intento no ver para no gastar.
-¿Cómo?... explícame.
-Pues que soy más ordenado que entonces e intento no ver para no gastar porque…
-Porque si ves, qué…
-Si veo tiro para adelante pero ya no es lo mismo. Mi hobby son los caballos y ahí sí soy un poco más gastoso porque me gustan mucho, pero alguna satisfacción te debes dar.
LOCURA Y CABEZA
-¿Sigues pensando que el toreo es para locos y para listos?
-Es que muy cuerdos no estaremos cuando nos ponemos delante de un toro con esos pitones, con viento, con tanto público mirando… Hacemos cosas que hacen pensar que estamos locos, por eso esto es tan grande.
-Eso exige cabeza, entiendo.
-Claro, claro, esa es la grandeza y la dificultad, estar loco pero con la cabeza en su sitio.
-El estado de ánimo, háblame. Tú cuando llegas a una puerta de cuadrillas supongo que llegarás tensionado, con las pulsaciones a tope.
-Qué va, qué va. Yo cuando llego a la plaza ya no sufro. Ya llego en modo guerra y me digo esto lo tengo que tirar para adelante como sea, pero momentos antes sí sufro y mucho. Me adelanto a las cosas, veo reacciones malas de los animales. Eso evita muchas veces estar al cien por cien, pensar por delante lo que va a pasar no me ayuda. Es una asignatura pendiente que poco a poco voy corrigiendo.
“Cuando un tío sale salvaje a la plaza y es capaz de olvidarse de lo bonito y es capaz de sacar lo que lleva dentro sin más es cuando has alcanzado la plenitud”
-O sea que si te veo en el hotel mejor no te saludo.
-No, no, salúdame. Tú no me lo notas. La procesión va por dentro.
-¿Sigues admirando a los compañeros?
-A todo el que se pone delante de un toro.
-¿Quién ha sido tu torero?
-Mi referente cuando llegué, el que representaba lo que yo quería ser, es El Juli. Cuando comencé a destacar un poco él era el torero al que todos queríamos ver y hasta imitar. Fue padrino de mi alternativa.
-¿Qué tiene de sentimiento y qué tiene de técnica?
-El toreo tiene mucho de técnica y es buena, a mí me gusta y es necesaria, pero el alma es lo que manda. Cuando un torero suelta lo que tiene dentro, cuando la técnica desaparece, llega la grandeza. Aunque te enganche la muleta… Cuando un torero está desbordado, en el sentido que deja fluir todo lo que siente, cuando se parte la camisa como dicen los gitanos, es cuando llega arriba.
-Pues lo tuyo actualmente delante del toro es de una precisión de reloj y eso es técnica.
-Sí, pero no tiene aristas, es mi sentir.
-Las alturas, los toques, las distancias…
-Eso es imposible de pensar, yo no lo pienso. Eso surge y lo disfrutas. Antes me tropezaba una vaca y me levantaba tensionado, qué he hecho, pero ahora no, ahora pienso que es culpa mía, que no estaba donde debía estar y busco soluciones. A mí eso me costaba mucho superarlo. Que me tropezara una vez significaba que todo se viniese abajo.
CAPOTE DURO
-¿Sigue siendo el capote tu mejor arma?
-No.
-Pues para mí ha sido un referente. Tu capote lacio, las muñecas sueltas, que hasta se te pegaba a las canillas… esos detalles me tenían ganado.
-Ahora los llevo un poco más duros, con un capote tan lacio cuando los animales no embisten enganchan mucho. Así que hay que tener la capacidad para decir a este toro le cojo un capote suave o a este uno más duro.
-Eso es como la sofisticación total.
-Ahí quiero llegar. Este capote lacio para este toro, esta muleta de franela para este otro o dame la muleta más recia para este que no se desliza nada. Para esas cosas yo soy un enfermo. Las medidas no me importan tanto, es más de tacto.
-¿Si no es el capote cuál es el arma secreta de Luque?
-La afición. Yo me considero un enfermo del toreo. Además, tengo algo importante, soy capaz de aprender rápido. Si hoy ha pasado algo que no debe pasar esa misma tarde lo corrijo. Eso no se cuenta, pero eso en el toreo es muy difícil. A veces se te meten cosas en la cabeza y no eres capaz de reaccionar y menos delante del toro porque de salón todos sabemos corregir, pero delante del animal es cosa muy distinta.
CON UNOS ENCASTES Y CON OTROS
-¿Tu capacidad te ha permitido ir de un encaste a otro sin grandes problemas?
-Sí, pero además es que me gusta. No me gusta matar siempre lo mismo. De la misma manera que me gusta la sensación de llegar a la plaza y no saber qué va a pasar, eso me encanta.
-Eres una de las claves en la recuperación de los santacolomas.
-No sé, lo que sí es verdad es que los santacolomas han sido clave en mi trayectoria de los últimos años. La ganadería de La Quinta junto a la de Pedraza de Yeltes en este tiempo para mí eran las buenas, digamos que eran mis juampedros.
“Yo cuando llego a la plaza ya no sufro. Ya llego en modo guerra y me digo esto lo tengo que tirar para adelante como sea, pero momentos antes sí sufro y mucho”
-Pero un poco más grandes.
-Un poco, sí, aunque...
-Echan toros muy buenos.
-El toro bueno para mí es el más difícil de torear.
-¿Qué te gusta de los santacolomas?
-El ritmo, la velocidad, parece que vienen fuertes, pero vienen templados sobre todo cuando tú les coges el ritmo. Otra condición es que al toro de santacoloma no le puedes llevar nunca la contraria, te tienes que amoldar a él.
-¿Y del toro de Pedraza que te atrae?
-Que a unos animales de esa envergadura, con los pitones tan tremendos que tienen y con tantos kilos, les pueda, hace que el público le dé mucha importancia y a mí mucha moral para cuando toreo otro tipo de corridas. Además, es que de Pedraza he toreado toros importantes y toros muy buenos.
-Recordemos dos faenas cumbres en tu carrera.
-La cabeza siempre se me va al mismo sitio. Una sería la del toro de El Parralejo en Sevilla, la de la Puerta del Príncipe, y otra en Sevilla a un toro de La Quinta el día que el presidente le niega la oreja a El Juli y la tarde se pone cuesta arriba. Esas dos faenas tan diferentes, una por el lado de la bravura, de la emoción y la clase, y la otra por la entrega, por ser capaz de engancharlo y llevarlo hasta donde yo quería que fuese. El sentimiento de decir he podido fue muy satisfactorio. Cuando me pongo a ver faenas me refugio en esas dos en las que sentí algo que me las hacen ver como muy especiales.
-Cuéntame más detalles de esas faenas.
-Con el de La Quinta la gente se sorprendió porque no era normal que yo me pusiese en ese sitio, que me pusiese tan cerca de un toro de Santa Coloma y que me lo permitiese.
-¿Y las más decisivas, las que más influyeron en tu carrera, las que cambiaron tu vida?
-No fue una faena, fue una tarde. No tengo duda en la elección, la de los seis toros de Bayona, la primera. La hice para eso, para cambiarlo todo y la hice con la ayuda de mucha gente que apostó por eso. No me preocupaba nada, ni el dinero, ni nada, solo el toro y que le gente viese un Luque nuevo y renovado. No me equivoqué, esa tarde comenzó a cambiar todo y confirmé lo que venía apuntado.
MI SEVILLA
-¿Sevilla se ha entregado a Luque?
-Sí. Esa es la mayor satisfacción que me reconozco.
-Con el toro de Cuvillo.
-Por la mañana estaba en el hospital visitando a mi padre que estaba malito y por la tarde salí por la Puerta del Príncipe.
-¿Y Madrid?
-Esa es mi obsesión. Es lo que tengo ahora mismo en la cabeza.
-Siempre me acordaré de cuando eras un chavalito y saliste en Las Ventas a darle réplica a un quite soberbio de Morante en un toro tuyo después de que tú hubieses hecho un buen quite. Todos nos dijimos ahora a qué va este hombre, déjalo y…
-Yo también me acuerdo. Allá voy, me dije. Esa es una de las cosas que a lo mejor ahora me pensaría, pero me salió bien. El maestro me lo reconoció, nos dieron varios premios juntos, fue muy valorado. Fue una de las cosas más bonitas que he vivido en una plaza de toros.
-¿Fue cariñoso contigo?
-Siempre. Además, junto a Juli ha sido de los que nunca han rehuído a nada.
-Se puede ser competidor y amigo.
-Por qué no, pienso que sí. Ahora mismo voy mucho al campo con Perera y para mí era de los rivales más fuertes, de los toreros más duros que hay y lo disfruto y lo admiro. Cuando le hace cosas a los toros me digo que tío, qué cojones tiene.
-Hay que tocar el tema Roca Rey y el distanciamiento, ese no torear contigo que tú me vaticinaste que se resolvería, que sería cosa del tiempo, pero no ha llegado ese tiempo.
-Cierto, no se ha resuelto pero la verdad es que ya no me preocupa. Tengo la mente puesta en mi camino y en mi temporada. No me importa, es algo que no depende de mí.
-¿Tú te consideras un torero incómodo para los compañeros en la plaza?
-Muy agradable no soy. Pero cuando te pones el vestido y sales a la plaza no es para hacer amigos, tampoco para hacer enemigos pero sí para imponerse y que el público elija.
-Volvamos al principio, cómo va a ser tu temporada.
-Voy a torear con todos mis compañeros, voy a matar todo tipo de corridas, voy a torear manos a mano, voy a ir a Francia a torear con un torero joven al que ahora mismo todo el mundo quiere ver, con Clemente, también con Morenito, voy a torear con todos los que salen, eso es muy importante.
-¿Alguna vez notaste que alguien no quería torear contigo?
-Eso siempre lo hay, pero si no, nos enteraremos. Yo no rehúyo a nadie. Es tan difícil para un torero nuevo salir, hacerse un nombre, que no quisiera entorpecer a nadie.
-Pues partiendo de que todo el mundo dice que hacen falta toreros nuevos no tendría que ser tan difícil.
-En realidad es fácil si eres capaz de hacer lo que los demás no hacen, pero es duro, aunque una vez lo consigues es muy bonito.
Ahí está la receta.