La más hermosa de las cinco corridas de la feria de Vitoria fue la última. Del hierro de Murube. Era la de rejones y se soltó desmochada. Hasta desmochada tuvo trapío la corrida, que fue de mucha plaza, honda, rematada. Se habla del trapío en función del velamen: del tamaño de los cuernos, de lo afilado de sus puntas. Y, en rigor, el sentido del trapío de un toro se atiene a pitones, o puntas, más que a nada. Pero no solo.
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