Voy a tratar de definir torismo y torerismo. Difícil, porque no existen. Lo hago preguntándome cuántos años le quedan a algunas de las ganaderías actuales que están en la cima en pasar a ser nostalgia y, en collera con él, intentar sobrevivir en eso que se dice, pero que no existe, y que le llamamos “torismo”. Por cierto, si no existe el torismo, no existe el torerismo, de la misma forma que no existiría el día si no hubiera noche. Me pregunto cuándo comenzará el llanto por el penúltimo encaste en vías de la nostalgia, el de “núñez”, aún presente en varias ganaderías, pero lejos de su esplendor, sustentado en el circuito grande por Alcurrucén y añorado en el otro por esas corridas excelentes, de tipo original, las de Carlos Núñez.