Superar las 25 primaveras en la cara del toro es un claro síntoma de afición, raza y fidelidad a un camino forjado a través del tiempo. La personalidad marcada de dos artistas se ha visto respaldada y mejorada gracias al camino recorrido en todo este tiempo. Uceda Leal alcanzó en otoño los 28 años del doctorado. Diego Urdiales hizo lo propio en verano, en Dax, con un cuarto de siglo. Son toreros que han trascendido las ferias y las plazas -aunque ambos son predilectos de la afición de Las Ventas-. El sabor de su toreo les ha convertido en referentes de clasicismo.
Para Diego Urdiales el efecto del tiempo es una de las claves de su tauromaquia: “El tiempo influye de una manera totalmente positiva por las circunstancias. En esas circunstancias está tu tranquilidad. Que tu toreo pase esa barrera de estar en la constante búsqueda que siempre se está. Buscar sin saber si lo vas a encontrar. Aunque siempre por el camino claro. El conocimiento que te da el tiempo es una confianza interior y a la vez esa capacidad de expresar de forma natural. Es evidente que es muy importante el tiempo”.
Las carreras viven sus etapas. Urdiales es hoy un torero consolidado que también ha pasado sus momentos duros, de incomprensión, de crispación: “Hay ciertos momentos de convulsión, convulsión exterior que te quieren trastocar tu convulsión interior. Esa presión de fuera, esa ansia de triunfo hay momentos en los que no estás en ese en ese punto que tienes claro lo que quieres hacer y lo que quieres sentir. Cuando estás en esa búsqueda y te aprieta el triunfo y el entorno te presiona tienes momentos en los que en los que haces cosas que no van contigo. Ahí es donde tienes que ser muy tajante contigo mismo y convencerte de que ese camino no lleva a ningún sitio”.
Uceda Leal conoce perfectamente el toreo. Ha pasado por todas las situaciones, los altibajos forman parte de su hoja de ruta. El clasicismo ha sido el faro que ha guiado su camino desde los inicios. “Me inculcaron ese toreo clásico. Me hablaban de esos toreros y de los que me fijé, durante una carrera tan larga algunas veces te ves influido por las presiones del triunfo y las prisas que conlleva algunas veces el tener que tener que solucionar las temporadas esa presión puede desvirtuar de alguna manera tu concepto del toreo. Cuando pasan los años dejas en un segundo plano el triunfo numérico, lo que más me importa es sentir y hacer el toreo como lo siento. El tiempo te ayuda a macerarlo, a expresarlo con mayor intensidad”.
Parece que se han puesto de acuerdo antes de la conversación por su manera similar de analizar el paso del tiempo en su toreo. Se torea como se es. Ambos paladean el toreo en sus palabras.
Son apasionados del toreo. El matador de Arnedo ya está inmerso en la preparación, sin perder de vista la brújula que guía su camino: “Si en el toreo no haces algo con pasión, con convencimiento y con sentimiento es tremendo, es imposible sentirte feliz ni hacer sentir a los demás. Tengo claro el sitio al que quiero llegar delante del toro, es la búsqueda permanente. Cada invierno, cada tentadero, cada día que toreo de salón estoy mentalmente metido ahí. Con el tiempo se matizan cosas. Por ejemplo, que el muletazo tenga mayor duración en cuanto a la intensidad: Que lo que te transmite dure más tiempo, cada lance, cada muletazo… eso requiere de una búsqueda de un matiz mínimo que hace que lo puedas lograr. Esa búsqueda te hace estar metido como si estuvieras diariamente delante del toro. Pensar permanentemente en el toro”.
El toro es también la prioridad del torero de Usera. No existe otro modo para estar tanto tiempo: “Siempre he tenido un concepto del toreo definido, un pensamiento de cómo quería torear, sin duda, últimamente soy consciente y sé que estoy más que nunca en el camino del torero que quiero ser y de lo que quiero llevar a cabo. Lo estoy consiguiendo porque cada vez mi toreo se va decantando por una forma más pura de torear, más clásica. Lo percibo en mi sentir y en el de la gente que valora mi toreo. Llega al aficionado más porque ejecuto con mayor claridad mi mensaje artístico”. Uceda ahonda en el toreo que sueña cada día: “La evolución de mi toreo la he notado de manera continuada. He simplificado el trazo del muletazo sin perder la profundidad. Voy consiguiendo torear con mayor naturalidad, que creo que es el encanto del toreo”.
El 2024 ha sido una auténtica conmemoración para Diego Urdiales. En Dax pudo celebrar estos 25 años como matador de toros. Sevilla le reconoció su buen gusto con una oreja en la de Núñez del Cuvillo. Pamplona le vio malograr una faena de relieve con el toro de La Palmosilla y en Azpeitia resultó cogido con la fractura de varias costillas. Un año tan bonito como duro. “La tarde de Sevilla fue muy especial lo que pude sentir y de la manera que lo pude hacer, fue increíble. En Madrid tuve un momento con un toro que será de los días que he toreado más despacio más pronto lo pude reducir desde el inicio. El toro duró lo que duró, las sensaciones en Madrid fueron muy buenas para mí. La faena de Pamplona y la de Logroño fueron importantes. En Dax toreé un toro de La Quinta a gusto con el capote en una tarde tan especial para mí”.
A punto de cumplir dos décadas como matador de toros, Cayetano sigue siendo uno de los toreros más preferidos de los públicos. Ha afrontado una temporada en la que, una vez más, no le ha dado la espalda a las grandes ferias y ha estado presente en plazas como Valencia, Sevilla, Madrid, Pamplona, Málaga, Santander o Murcia, por citar algunas. Torero de personalidad propia, su fortaleza física y su raza Paquirri, le mantienen en primera línea de combate, a ve- ces con un toreo que, a pesar de los años, todavía permanece en constante evolución. No cabe duda de que la madurez adquirida en estos últimos años le ha permitido entender a un mayor número de toros.
Sensaciones deslavazadas del riojano que no da importancia a la interpretación tan pura del toreo: “Después de veinticinco años y a estas alturas no te puedes imaginar la estabilidad que tengo. Es importante en todos los sentidos. La suerte hay que buscarla, hay que tener el cuerpo y la mente preparados para poder vivir el toreo. Me siento un afortunado por poder ponerme delante de un toro y poder sentir las cosas que sentimos los toreros. Es evidente que las rachas de la suerte son muy importantes. He triunfado menos que otras temporadas, pero sí que es verdad que esas rachas marcan mucho de cara a los de fuera y están lejos de la realidad”.
Vivencias contrastadas con el devenir de los años: “Hay temporadas que juntas varios triunfos seguidos y parece que has echado una gran temporada, no todo son los números. Lo importante son las sensaciones. Hay tardes en las que las cosas no fluyen porque uno no se siente bien y para que pasen cosas especiales tienes que estar bien interiormente. He pasado un tramo de la temporada difícil con la fractura de costillas que reaparecí a los 15 días. Es como si se te desencajara el cuerpo. Se pierde fluidez porque no puedes apoyarte bien ni jugar la cintura de manera normal además de los dolores”.
José Ignacio Uceda Leal firmó un inicio de faena en Las Ventas que ya forma parte de la memoria colectiva de la afición. Allá por los terrenos de la enfermería, con un toro de Algarra. Carteles de toros, de plena inspiración y sabor. “Aquel inicio resume un poco lo que estoy sintiendo en esta etapa. El toro no duró como para permitirme seguir a ese nivel. Me hubiera gustado torearlo con la misma continuidad que en el comienzo, aunque durante la faena le hice cosas con como estoy sintiendo el toreo, pero yo creo que en ese comienzo de faena se vislumbra o se plasma todo mi concepto del toreo, cómo quiero torear y de cómo siento el toreo. A un artista lo que más le llena es quedar en el recuerdo”.
Todo aficionado conoce la pureza del madrileño con la mano izquierda, la contundencia estoqueadora pero en los últimos años se le ha visto una nueva versión de su toreo con el capote: “El capote es una de las cosas que más me ha gustado siempre. El capote en un torero clásico es fundamental. Profundizar en la verónica que es la madre del cordero. Me ha obsesionado perfeccionarla y en estos últimos tiempos he conseguido torear toros acercándome a como pienso que debe ser: Dejando el capote en el suelo peinando la arena y metiendo la mano que torea, perdiendo pocos pasos intentando ligar con el siguiente lance. Es muy difícil, pero me obsesiona”.
Antonio Ferrera ha realizado una temporada tapada, en la que ha pisado muchos ruedos de tercera categoría que ha alternado con viajes a América de manera continua. Pero llegó a Madrid con una corrida de Cuadri en la que recuperó su faceta lidiadora sin renunciar a su artístico sabor, especialmente al natural. Sin apoderado, como verso suelto que es, continúa firmando perlas por las plazas del mundo. Con su capacidad de improvisación, con las irregularidades de sus faenas sin estructura, con la verticalidad desencuadernada. Su toreo ha adquirido con el tiempo el equilibrio del relajo y de la expresión. Ha seguido enfrentándose a todo dipo de ganaderías e incluso ha vuelto a coger los palos en tardes puntuales. Un torero muy completo que ha dado la cara en Pamplona con la de Miura y en tantas plazas.
Robleño ha logrado el reconocimiento de toda la profesión. No solo por haberse hecho hueco en esas corridas tan duras. También por haber logrado alcanzar un toreo puro en ese circuito. Con satisfacción anuncia que la de 2025 será su última temporada. “Me siento afortunado de haber conquistado la admiración de los aficionados, compañeros, ganaderos y la prensa. Es muy bonito este sentimiento y creo que es el momento. Materialmente no he conseguido lo que me hubiera gustado pero he conseguido otras cosas que valen más”. Una decisión que no ha sido fácil después de 25 años como matador de toros: “Duele tomar esta decisión porque los toreros somos toreros siempre. Tengo una vida entregada al toreo”. Más de 400 corridas de toros en su haber con hierros que multiplican las fatigas por dos. Ahí quedan, entre otras, las faenas en Las Ventas a los toros Navarro de Valdellán y a Caminonero de José Escolar. Qué mérito haber desarrollado ese concepto antes esas ganaderías.
Ha sido una de las grandes novedades de la temporada 2024. Tras su reaparición el año anterior en América, logró proyectar una imagen de madurez en su paso por la Copa Chenel y en el regreso a Las Ventas más de una década después de su último paseíllo. Su actuación tuvo solera. El madrileño, profesor de la escuela de tauromaquia José Cubero ‘Yiyo’, expresa la plenitud que siente en esta etapa: “El primer logro era volver a torear, el panorama era difícil. Después cada cosa me la he ido ganando poco a poco como en los inicios de uno. Ha sido como un volver a empezar. Las sensaciones de Madrid dieron sentido al esfuerzo de todo este tiempo, en especial de estos dos años”.
Un toreo asentado, encajado, personal que sorprendió a los aficionados. “Brotó de forma natural, en esta etapa estoy buscando cosas diferentes a las de antes. Mi madurez trasciende a través del vestido de torear y de las yemas de los dedos. El paso del tiempo ha hecho que mi toreo cobre mucha más profundidad”. Convencer en Madrid no es fácil. De Julia lo hizo con mucha verdad en el mes de septiembre. Sin estridencias ni afectaciones. Causó un impacto. “Estaba convencido de que si plasmaba con mi muleta y mi capote lo que yo sentía y la idea que yo llevaba en la en la cabeza, creía que estaba convencido de que eso iba a gustar, de que eso iba a calar”. Estrena este invierno apoderado de categoría como lo es José Antonio Carretero para afrontar una temporada ilusionante como en sus primeros tiempos.
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