Para todos los toreros, el trayecto hacia la alternativa no es siempre un camino de rosas. Si además tienes 13 años, eres francés de nacimiento y piensas hacerte torero, este sueño significa simplemente estar loco. Esa locura, Christian Montcouquiol la vivió siguiendo a distancia la aventura que intentaron su hermano Alain, siete años mayor, y Bernard Dombs, que no era aún el Simón Casas que todo el mundo taurino conoce desde hace décadas. Toda esa aventura la contó magníficamente Alain Montcouquiol en su libro “Cúbrelo de luces” (Zoela ediciones -Granada-. Traducción al español por Wenceslao Carlos Lozano).
– Un día de marzo de 1967 comenzó a escribirse la leyenda de Nimeño II. Ese día dio sus primeros pases en la placita de Tarascon
– Junto a su amigo Chinito recorrió las fincas camarguesas en busca de una ocasión para torear, hasta que en 1972 saltó de espontáneo en Arles. Ahí empezó a cambiar su suerte
– En 1977, diez años después de su debut en público, llegó el gran día, en su plaza, llena hasta la bandera, y con dos figurones
– Cuando apareció en el ruedo, entre Teruel y Manzanares, estalló una enorme ovación. A Christian se le llenaron los ojos de lágrimas
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