Está visto que el valor, el sentido de la resistencia y todas las virtudes que hicieron de España un país de gente recia y defensora de las libertades, las han heredado los países americanos en los que dejamos nuestro idioma, cultura y religión
Lamentable pero cierto: Los políticos sólo dan marcha atrás en sus decisiones, que mantienen como gato panza arriba por muy arbitrarias que sean, cuando los pueblos les enseñan los dientes. Honor, respeto y agradecimiento para esos novilleros que, respaldados por César Rincón, han resistido en huelga de hambre y durmiendo a la intemperie hasta que la Corte Constitucional de Colombia ha declarado ilegal el cierre de la Santamaría y ha ordenado su reapertura a los espectáculos taurinos. Dos temporadas ha durado el despropósito del ex guerrillero Petro y ahora veremos si obedece el mandato constitucional y depone su actitud contra la Fiesta de los Toros. Los novilleros, algunos de los cuales llegaron hasta a coserse la boca como protesta ante la inoperancia de las conversaciones mantenidas con los representantes del sátrapa bogotano, han decidido mantener la huelga de hambre y su insistencia en la protesta hasta que se anuncie el primer festejo taurino en la Plaza de Toros de Bogotá.
Es evidente que aquello de “el pueblo unido jamás será vencido”, cuando el pueblo tiene razón, es una realidad. Si en Barcelona, en San Sebastián y en todos los lugares de España donde ha asomado la oreja la fobia antitaurina, yuguladora de libertades, culturas y tradiciones autóctonas, la afición, en vez de limitarse al lamento plañidero, hubiera actuado poniendo sitio a las Plazas de Toros condenadas a muerte caprichosamente por los enemigos de todo lo español, tanto en la capital de Cataluña como en la Perla del Cantábrico seguirían celebrándose corridas de toros. Pero está visto que el valor, el sentido de la resistencia y todas las virtudes que hicieron de España un país de gente recia y defensora de las libertades, las han heredado los países americanos en los que dejamos nuestro idioma, cultura y religión, aunque España haya acabado convertida en un país dócil y sumiso que paga impuestos, vota, calla y se resigna ante todas las tropelías de que quiera hacerlo objeto la clase política.
Hacemos política de salón y seguimos poniendo la otra mejilla en una democracia que se limita a llamarnos a votar cada cuatro años, pero que a la postre tanto nos da que nos manden unos u otros porque todos en nombre de unas u otras razones acaban haciéndonos pasar por el tubo. ¿Dónde está la furia española? Se ve que nos la gastamos toda con el famoso gol de Zarra.
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¿Dónde está la furia española?
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