Esta Feria de Abril en Sevilla, cuajada de carteles de lujo, de combinaciones cargadas de figuras, que excitan al mismísimo Antoñete, tiene su prólogo de clase obrera; y el acompañamiento de la caballería para amenizar el desfile de los vips del toreo.
Y ahí, entre los sudores de los que aspiran a entrar en el reino de los ricos, apareció gente que merece además del respeto unas líneas de apoyo o de justicia. No todos; porque alguno se fue por el desagüe de las decepciones.
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