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El valor de la estocada

Pamplona es la plaza en la que se da más valor a la buena ejecución y resultado de la estocada. Que se lo pregunten a Ginés Marín, que al buen manejo de la toledana en el último toro de la tarde le debe su primera puerta grande en los “sanfermines”.

Aparte de que Pamplona, con todo y su gran respeto y afición al toro-toro, goza del mejor público de España, es también la plaza en la que se da más valor a la buena ejecución y resultado de la estocada. Que se lo pregunten a Ginés Marín, que al buen manejo de la toledana en el último toro de la tarde le debe su primera puerta grande en los “sanfermines”. Y ser el primer matador de toros al que se le han concedido las dos orejas de un mismo toro, en lo que llevamos de este San Fermín de 2017.

La corrida de Victoriano del Río ha tenido dos partes bien diferenciadas, con tres toros nobles y repetidores en la primera y otros tres aptos para el bostezo en la segunda. El público pamplonica, que va a los toros a divertirse a su manera, sin dejar de hacerlo, dándole a los tendidos un carácter especial y distinto al de cualquier otra plaza del mundo, también sabe valorar con buen talante todo lo bueno que hacen los toreros, y rechazar con mesura la falta de compromiso de los mismos, cuando asoma la desgana o la incompetencia.

Sebastián Castella disfruta de un momento dulce en su serena, firme e impasible manera de fajarse con los toros. Son ya trece las temporadas que ha comparecido en los “sanfermines” y no ha perdido esta tarde tampoco el favor del público que abarrotaba, como cada día, la plaza.

López Simón se está reencontrando consigo mismo después de “la noche de Valpurgis” que se ha quitado de encima y que le estaba ensombreciendo el carácter y agostándole las ilusiones. El de Barajas parece un hombre nuevo. Más sosegado, más sonriente, más seguro… más feliz, en fin. Y eso se traduce en una renovada ilusión por el triunfo, que hoy ha redondeado en Pamplona, de cuya plaza ha salido en hombros junto a su compañero de cartel Ginés Marín.

Las cuatro orejas cortadas por el barajeño y el jerezano y el trofeo cosechado en su primero por el francés dan idea clara de que los “victorianos” han colaborado al éxito de sus matadores y a la satisfacción de los tendidos. Hoy me he dejado el espíritu crítico en la petaca, pero puestos a criticar algo pregunto: ¿Cuándo van a matar los funos de las primeras corridas del serial los toreros que están matando las últimas? O viceversa. Como decía el gallego; “Si me muero en Villablino de Arriba que me entierren en Villablino de Abajo y al revés”. ¿Y eso por qué?, le preguntaron. “¡Por xoder, carallo!”, respondió el gallego.

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El valor de la estocada

Paco Mora

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