DOCE FOTOS Y UN AMIGO

"Paco Camino fue un torero excelso, lo sabía todo del toro"

José Luis Benlloch
martes 30 de julio de 2024
Rescatamos la entrega de "Doce fotos y un amigo" que protagonizó Paco Camino. En esta ocasión fue José Antonio Chopera quien radiografió a la perfección la personalidad y la tauromaquia del Niño sabio de Camas, apoyado por una excelente galería de imágenes del amplio fondo gráfico de APLAUSOS

INSTINTO E INTUICIÓN

“Como torero fue sensacional, excelso diría, eso nadie que haya visto toros lo puede negar, y como persona es mucho mejor que como torero. En la plaza su cualidad más destacada fue la gran facilidad que tenía para todo lo relativo con el toro. Salían del chiquero y al segundo capotazo de Almensilla o de quien fuese sabía todas las condiciones del toro y a eso añadía una capacidad de acoplamiento tremenda que le permitía resolver los problemas y aprovechar las virtudes como pocos o como nadie. En ese aspecto era un fenómeno. Lo fue siempre. Se valía de su instinto, de su intuición, y eso es de nacimiento, eso no se puede aprender. Llevaba una cuadrilla fantástica, al mismo Almensilla, a José Ferrer Sentencias, a Michelín, eran sabios, gente a la que se le podía escuchar y no digo que no lo hiciese, pero Paco se guiaba fundamentalmente de su instinto”.

EXCEPCIONAL CON LA ESPADA

“Su otra gran arma fue la espada. Mataba los toros de forma excepcional. Puede que de vez en cuando, pocas, la espada cayese baja o pinchase, pero al noventa por ciento de los toros los mataba bien, muy bien. Tenía una regularidad tremenda, que es el detalle que define a los grandes. Al toro que le tenía cortadas las orejas podías dar por hecho que no lo pinchaba”.

NO FALLABA EN LOS GRANDES PUERTOS

“Tenía otra virtud importantísima: era capaz de hacer un esfuerzo tremendo en cinco o seis ferias importantes. En Sevilla, en Madrid, en Valencia, que era una plaza que marcaba mucho la temporada, en Bilbao… en esas plazas sabía que tenía que arrear y arreaba. Luego eso que decían de la mandanga es relativo, no te digo que toreando ochenta o noventa corridas de toros en alguna no hiciese un poco el holgazán, quién no, pero en esas cinco o seis ferias, en los grandes puertos, daba lo máximo, que era muchísimo”.

“No era ambicioso en el mal sentido de la palabra. Sí lo era dentro de su profesión, no quería que nadie estuviese mejor que él pero en cuestiones monetarias era más bien desprendido, un hombre generoso”.

Camino y Litri reaparecieron por un día en Nimes para dar la alternativa a sus hijos.

JUGARSE LA VIDA

“Claro que era un torero de valor, tenía muchísimo valor. Conociendo el toro como lo conocía sabía el riesgo que había y lo enfrentaba con naturalidad, y eso es valor. Alguna vez me reconoció que en cuatro o cinco ocasiones, no más a lo largo de su trayectoria, sí había experimentado la sensación de que se estaba jugando la vida. Fueron momentos que reconocía como angustiosos. Habían sucedido siempre en las plazas importantes. Sabía que el toro le podía coger y que no podía echar el paso atrás y aun así lo asumió con la máxima responsabilidad. Esos momentos dramáticos solo se asumen si se tiene un gran valor”.

“No era de prepararse mucho. Más bien poquito. Se cabreará por que lo diga, pero era así. A él torear una vaca no le despertaba emoción. Yo no me siento toreando una vaca, siento lo mismo que toreando un carretón, decía, y vistos los resultados no lo necesitaba”.

Leyendas del toro: de izquierda a derecha, Álvaro Domecq Romero, Diego Puerta, Litri, Don Álvaro Domecq y Díez, Paco Camino y José Antonio Chopera.

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