A la torería se le tensan los miedos en Valencia. Es el peso de la responsabilidad y también del toro. Está ante el primer gran encuentro del año. En realidad, se trata del primer gran examen tras el invierno y el cuerpo puede que ande distraído. O simplemente haya perdido automatismos con la inactividad. Por mucho que se haya cumplido con la vigilia propia del cargo, siempre existe la duda. Siempre fue así y ahora más. Y está el toro como el otro factor quitasueños. Ya hace años que no viene campero y silvestre del duro invierno (al toro me refiero) cuestión que tanto les menguaba, ahora viene de unos cuidos exquisitos, buen pienso, ejercicio calculado, sanidad de nivel y un año más, ¡dios! un año más en el toro supone pasar de joven impulsivo al adulto reflexivo y poderoso, tanto que nuestros mayores acuñaron un refrán cuando reclamaban plenitud en la plaza “el toro de cinco y el torero de veinticinco”. Eso son algunos de los principales alicientes de las corridas de fallas, descorchar las nuevas camadas y ver como viene tanto la tropa y como el generalato. Quién está en condiciones de rebelarse y quién va a aguantar el peso de la purpura o quien ha echado un mal/buen invierno. A estas alturas de la temporada hay que meter el hombro, en el toreo dicen los muslos, es obligado y el que no sea capaz que no sea torero de la misma manera que a la plaza, en lo que toca a los aficionados, hay que ir con ilusión, sino mejor no ir.
De Manzanares a los jóvenes novilleros: Valencia tráiler de la nueva temporada
Por todo ello por marzo en Valencia hay compensaciones y penas. Un triunfo en fallas sube el caché por muy amarrateguis que estén las empresas, abre agendas y justifica las exigencias. La primera gran cita del año tiene esas cosas. Lo contrario, que se te vean las costuras invernales, te lleva a los pies de los caballos y tienes que ir contrarreloj en Sevilla o Madrid y todos saben lo que traen las prisas delante del toro.
El peso de las fallas recae sobre Roca Rey, eso era una evidencia desde el mismo anuncio de los carteles y por si había alguna duda ha hablado el pueblo en el plebiscito más realista que pueda existir, la taquilla, al fin y al cabo la gente no paga por nada. Dos tardes, dos llenazos para evidenciar que cuando hay interés no hay crisis ni ministro que le tosa al toreo. De Roca está todo dicho, un huracán ante el toro, un tipo con personalidad y un valor impactante que consiguió lo imprescindible para ser figura, desbordar el mundo del toro y trascender a la sociedad.
Roca Rey: dos tardes, dos llenazos, cuando hay interés no hay ministro que le tosa al toreo
Los otros dos nombres que han asumido responsabilidades especiales son Manzanares y Talavante, junto al peruano harán dos paseíllos esta feria. Se trata de dos ilustres veteranos, que el tiempo pasa para todos. Los dos en sus carreras han conseguido conjugar valores estrictamente taurinos con una personalidad diferenciadora, imprescindible insisto, para ser algo más que un buen torero. El alicantino representa el empaque, es el artista que llena el escenario, tiene escuela desde la cuna, una espada soberbia, un poder que le permite navegar con total solvencia ante el toro y un rosario de faenas memorables en plazas de máximo rango (Madrid, Sevilla y Valencia como referentes) que justifican su halo de figura. De Talavante, que en Valencia ha tenido tardes memorables, hay que resaltar su personalidad, es torero con misterio, en el mundo del cante se le dice tener sonidos negros, ese no se sabe qué que cuando surge da un sabor especial a su toreo. Facilidad y poderío y los ramalazos de genialidad de los que hace gala le surgen de unas muñecas privilegiadas. Desde que reapareció ha ido acercándose progresivamente al mejor Talavente que en algún momento pareció que se podía perder.
ORTEGUISMO ILUSIONANTE
Y seguidamente llega una catarata de nombres a un paseíllo por coleta. El rol del artista en la feria, con especial predicamento entre los aficionados, recae sobre Juan Ortega, que alternará con Manzanares y Talavante, en uno de los carteles estrellas del abono, consideración que anda pendiente de que la ratifique el público soberano. Ortega es un exquisito, con el que no deben perder el tiempo pidiéndole heroicidades sino consideran que torear como los ángeles cuando los hados y los toros le son favorables no es una heroicidad. Inspirado es punto y aparte, más que una heroicidad un milagro que se recomienda no perderse.
En la acera de enfrente. En la ribera opuesta al orteguismo aparecen los protagonistas del día de San José, los del mano a mano del Only You, que ahora comparecerán en la arena, Román y Borja Jiménez, dos gladiadores a la conquista del mundo. Como les definimos en estas páginas son el brazo armado de la feria, toreros de corazón fuerte y pies firmes. De los que no esperan la bonanza para navegar, ambos son gente capaz de abrirse paso en los mares más encabronados. Si damos por buenos los datos de la taquilla, el público lo ha captado y le ha dado sus bendiciones. Teniendo en cuenta que el público siempre tiene razón…
El toro y el invierno quitasueños de los toreros en esta feria
Daniel Luque, que vive su plenitud, es otro de los que debe (está y se le espera) dar un golpe de mano definitivo sobre la mesa; Ureña comenzará, a él le obligan, a ganarse la temporada como ha hecho tantas veces desde esta misma plaza; Perera es otro de los toreros en sazón por los que cabe apostar; Rufo encabezará el grupo de los jóvenes para los que Fallas son feria especialmente importante para encaminar su futuro, y ahí aparecen Adrián y el toricantano Chicharro; Castella, Emilio de Justo son toreros hechos y con oficio como para justificar su inclusión.
Y para ser justos a mí me sigue faltando algún nombre valenciano. Si Samuel Navalón tiene sitio en Madrid y hasta en la misma Sevilla más lo debería tener en Valencia; y si a Nek se le tuvo la mano tendida en momentos claves de su carrera por verle buenas condiciones, quitársela cuando más lo necesita puede ser precipitado; y está también, aunque con menos currículo el Niño de las Monjas, además del argumento de que no se debe obviar que si se invierte dinero en la escuela hay una mínima, al menos una mínima responsabilidad de apoyo a riesgo de caer en el absurdo.
La historia taurina de Valencia la sitúa como una de las principales lanzaderas de toreros sino la primera. Uno venía a Valencia siendo un desconocido y si era capaz se iba con el visto bueno de esta tierra y toda España pendiente. Hay ejemplos a decenas. Claro que para lanzarlos tiene que haberlos. Este año los hay. De pronto se han juntado los astros y ha aparecido una promoción que hace soñar. Por esta vez, lo bueno es que los principales nombres de esa cosecha están anunciados estas fallas con novilladas de garantías. El primero de ellos, el charro Marco Pérez, tiene consideración de niño prodigio y el cartel de la alternativa decidido en el mismo Nimes, el coso que le ha pispado a Valencia la consideración de plaza de alternativas. Se trata de un chavalín talentoso, listo en el mejor de los sentidos y más capaz de lo que su físico haría pensar si no se le conociese.
Javier Zulueta, sevillano que ejerce como tal, por ende, fino estilista, al que más que garra novilleril se le han visto excelentes maneras y una vocación muy acentuada por el temple. Con más temperamento novilleril aparecen dos maños, El Mene y Aarón Palacio, el primero recriado en Salamanca y el segundo en la baja Andalucía. Están contrastados en plazas de segundo orden donde sale el novillo toro frente al que han resuelto con nota alta. Puestos a buscarles referentes el primero tiene aires roblistas, el segundo una firmeza que le acercaría al Capea novilleril. Nada definitivo sino percuten y persisten, pero sí muy esperanzador.
La bandera valenciana la enarbolan dos alumnos de la escuela con excelente currículo, Simón Andreu y Alberto Torrijos. De Chiva y Algemesí, hay que decir que en estas cuestiones ser de pueblo siempre generó calor popular y despertó pasiones. Simón acaba de triunfar en el festival de Utiel donde mostró la ambición que se le exige a uno que quiere llegar y buenas maneras para creer que tiene fundamentos. Torrijos, hijo y nieto de toreros, ha hecho lo propio en Requena, está en la línea de los toreros de clase.