Resistencia. ¡Que no desparezca, que no nos la quiten! Ilusión. Raíces. Agradecimiento a su historia. Hay que salvar la feria. Una seña de identidad cultural propia. Es la vieja Fira. El acto anual con el que nuestras gentes se reconocían los esfuerzos laborales, también premio familiar, playa, toros y cena en la capital. Y que no se me olvide, también estímulo para el comercio urbano. Todo eso y más significa en Valencia una tarde de toros en julio. También prestigio más allá de la tierra: fue la más extensa, esa foto de mayorales, hasta diez ¿llegaron a ser once? formados en el ruedo la noche de la desencajonada era un hito taurino al alcance de nadie. Eran otros tiempos, cierto, pero hay orgullos, que, en su justa medida, merecen lealtad. Hay que salvar la Fira patrimonio taurino de la tierra. No es un acto más.
No solo es historia y nostalgia, que también, a todo el argumentario anterior este 2024 oferta interés en los carteles. Eso es la otra clave o la clave principal, concentrado en otra dimensión que piden los tiempos, tres corridas de toros, una novillada de las llamadas de postín y la desencajonada que es nexo entre la plaza y la exuberante calle, así que la desencajonada que no falte. El conjunto tiene atractivo suficiente para que los aficionados y menos aficionados vuelvan sobre sus pasos y reaviven una hermosa tradición.
Naturalmente esto es como acaba, en ello está la esencia de la fiesta y uno de los atractivos del toreo, nadie sabe lo que va a pasar, es la imprevisibilidad que invita a la apuesta, pero sobre el papel oferta argumentos de mucho interés. Empezando por la novillada. Ha pasado mucho tiempo sin que Valencia alumbrase en paralelo dos valores con tantas posibilidades, chance llaman ahora, para ser gente importante en el toro, Nek y Navalón. Más allá de las cualidades artísticas, representan circunstancias sociales que invitan a la competencia, las parejas en la historia del toreo surgen desde la diversidad. Uno, Nek, es de la Ribera, de Algemesí, valenciano parlante, el otro, Navalón, de tierra adentro, del valle de Ayora, castellano parlante; el primero se ha hecho en la escuela de la tierra, el otro apostó por una formación manchega en Albacete, circunstancia que a buen seguro influyó en la formación y estilo de ambos; de perfil más artístico el de Algemesí, de más asiento y poder el de Ayora. Por todo ello no puede extrañar que uno y otro reúnan una importante feligresía pendiente de sus pasos.
UNA HERMOSA COMPETENCIA
Hay más detalles para el contraste, a uno le apoderan desde Valencia, al otro desde la lejanía y ambos tienen la alternativa anunciada, Nek en la festividad del 9 de Octubre día la Comunidad, lógico; Navalón, muy consecuente con formación, en la feria de la Virgen de los Llanos en Albacete. Si además se arriman, que se van a arrimar y tienen la suerte siempre necesaria, esta feria puede ser el comienzo de una hermosa competencia. No van a estar solos, completa la terna Jarocho, un joven castellano, más salsa al guiso, que estalló en la reciente feria de San Isidro.
En los festejos mayores, tres, hay variedad de argumentos. El primero de ellos iba a ser un mano a mano enfocado al arte con la presencia de Morante de la Puebla en competencia o contraste con Juan Ortega, que se ha frustrado con la caída del genio de La Puebla, circunstancia que ha hecho virar la mirilla del interés hacia un guion más novedoso, el debut de una de las revelaciones de Madrid, Fernando Adrián. Comparece respaldado por sus reiterados triunfos en la capital, que no es mal argumento, en cuanto le han permitido salir del ostracismo, ahora le toca dar un paso más. Será su debut en Valencia con el reto de demostrar que su escalada puede tener proyección más allá de su zona. Ni que decir que se trata de una ocasión pintiparada para demostrar que sus reivindicaciones tienen fundamento.
Adrián que sustituye a Morante: es ocasión pintiparada para demostrar que sus reivindicaciones tienen fundamento
Con ello la feria pierde el contraste de dos de los capotes más preclaros y hermosos de los últimos tiempos, Morante y Ortega. Tratándose de dos artistas de sus características no cabe hablar de competencia ¡qué horror! ellos perviven a golpe de inspiración y con permiso especial de los toros. La competencia la establecen los aficionados, a unos les seduce la compostura arrebujada y barroca del torero de la Puebla, a otros la distinción del trianero, aunque en realidad no hay porqué elegir, sería una innecesaria renuncia. La maldita enfermedad del genio de la Puebla lo ha frustrado.
La tarde anuncia a otro cigarrero de relieve, tanto que hay que preguntarse qué tendrá el río al paso por la Puebla. En este caso se trata de un huracán a caballo, Diego Ventura. Será la única representación del arte de Marialva en la feria. El jinete capaz de llevar el rejoneo al límite en una competencia feroz con él mismo. Con grandes caballos y con caballos menos importantes, este Ventura genera espectáculo y emociones fuertes. Los amantes del genero dan fe de lo dicho.
La segunda terna ejemplariza lo que en tiempos modernos se le llama corrida de figuras: Castella, Manzanares y Talavante, tres maestros consagrados, en plenitud, con currículos importantes y grandes éxitos en esta misma plaza y muchos partidarios, especialmente el alicantino al que se le da, lógico, tratamiento de torero propio, se diría que tanto por herencia como por méritos propios. A falta de novedad acumulan seguridad, se sabe que si salta un toro tienen capacidad para resolver.
El cartel del cierre promete emociones fuertes, un mano a mano Ureña-Román. Combinación que se pueden calificar de trazo grueso y brazo armado. Se trata de los protagonistas (triunfales) no solo de la última Feria de Fallas sino también de la más reciente Feria de San Isidro. Les une un sentido desgarrado del toreo. Son gente de entrega total, de los que aparcan los estilismos en beneficio de las emociones más descarnadas y generan, mal disimuladas con aprecios personales, cierta precaución entre las estrellas. Sus apuestas, en el ruedo y en las administraciones, tienen un precio alto que les aproxima como ningún otro a la esencia de la tauromaquia, el riesgo máximo. Estos días han cruzado prácticamente sus caminos a las puertas de las enfermerías: Román saliendo para reaparecer tras la gravísima cornada en la plaza francesa de Vic Fecensac; Ureña entrando en el hospital para que le reconstruyesen su maltrecha clavícula tras la épica faena de Madrid que nadie sabe cómo pudo rematar tan herido como estaba. Román ha vuelto a sentir el calor del público en un festival en homenaje a la dinastía de los Bienvenida y en una cita de la máxima responsabilidad en Pamplona; Ureña apunta a la Feria de Julio como su cita próxima más relevante. El encuentro de ambos en Valencia, que se presume tan amigable como competitivo, es lo que los clásicos llamaron siempre un encontronazo, un agarrón. Dos gallos en un mismo gallinero, significa guerra, cortés y entre colegas, pero guerra. La esencia del toreo.
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