¡Qué grande es la Fiesta! Lean, lean la crónica aquí al lado, escrita por grandes profesionales del periodismo taurino. Yo me quedo con mis sensaciones. He visto embestir…
¡Qué grande es la Fiesta! Lean, lean la crónica aquí al lado, escrita por grandes profesionales del periodismo taurino. Yo me quedo con mis sensaciones. He visto embestir con bravura, fuerza y codicia cuatro toros de Victoriano del Rio, que me reconcilian con el futuro de la ganadería brava. Bien presentados los seis, sin exageraciones innecesarias, pero entipados y con mucho respeto desde la punta de los pitones al rabo. Toros a los que todo lo que se les ha hecho ha tenido mucha importancia. Desde Enrique I “El Grande” al neófito, pasando por ese tejón vestido de luces en plena madurez torera que es El Juli. Tarde que ha acabado en punta con el toricantano y el segundo espada en hombros por la puerta grande que da a la valenciana calle de Xàtiva. ¡Qué tarde! ¡Vaya Feria de Fallas que llevamos! ¿Quién es capaz de negar que el de los toros es el mayor espectáculo del mundo? Quien lo haga, sea anatema.
De manera simultánea, el fenómeno de Chiva era conducido en una ambulancia hacia la Clínica de La Salud, con una cornada de 25 centímetros en la axila derecha y la clavícula fracturada. Ha caído en el campo de batalla pero lo ha hecho con honor y llevándose a la enfermería las orejas en la mano. Grande ha estado Ponce desde que se abrió de capote. Venía a por todas, sin importarle que su comparecencia en las Fallas de Valencia fuera la número 25. No tenía nada que demostrar, pero ese no sería Ponce.
El Juli ha honrado con su apasionada entrega al maestro de maestros caído en combate. Cuando El Juli se pone intratable no hay toro que se le resista. Y hoy ha sido una de esas tardes en las que la raza del de Velilla de San Antonio le impulsa a triunfar o a morir. La ocasión lo merecía; un torero que ya es leyenda había caído, no vencido sino de vencer cansado, y había que hacerle honor a toda costa. El recién doctorado Jesús Duque no se ha arrugado ante la tragedia. Muy al contrario, se ha batido el cobre olvidando su bisoñez, fajándose con un toro bravísimo, pero difícil precisamente por eso, haciendo de su actuación un acto de entrega sin concesiones. Al fin y al cabo no estaba solo, alternaba de tú a tú con el gallo de pelea con espolones de capitán general que es El Juli.
Y mañana Finito de Córdoba sustituye al compañero herido. Llevará al lado en el paseíllo nada menos que a El Juli, Morante y Manzanares. La plana mayor del toreo de este siglo que comienza ya a ser mozuelo. ¡Vaya tarde que se avecina! Que sí, que sí quiero verla. Aunque falte para aceite.
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