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Fotos: ARJONA / ARCHIVO APLAUSOS
Acababa de cosechar un nuevo éxito en Madrid. El más importante hasta entonces de su feliz trayectoria en la plaza de Las Ventas. Terminaba de cortar sus dos primeras orejas de un mismo ejemplar en el coso de la capital cuando atendió la llamada de APLAUSOS. Corría el año 1983 y su nombre comenzaba a postularse como uno de los preferidos de los aficionados durante los años siguientes.
La entrevista corrió a cargo de nuestro director, José Luis Benlloch, que tituló para la ocasión “Ahora sí”, aludiendo al momento definitivo en el que el torero de Fontiveros se instalaba en los puestos cimeros del escalafón. “Ahora estoy más maduro, lo estoy confirmando estas últimas temporadas”, con las dos orejas de Madrid en la mano “me he quitado una carga de responsabilidad de encima que me perjudicaba y ando más relajado y mejor”, comentaba Robles, que admitía que su buen momento nada tenía que ver con que hubiera bajado la competencia: “No, no. Ahora hay toreros importantes, toreros que interesan y de hecho la Fiesta se ha revitalizado, ha vuelto el interés por los toros”.
Sobre la competencia que sostenía en aquel momento con el Niño de la Capea, decía: “Es algo que nos ha beneficiado. Se ha instituido por la cantidad de seguidores que tenemos. Quiero decir que no es nada artificial. Hay una competencia que refrenda el público. ¿Que quién tiene más seguidores…? Pues no lo sé, pero la verdad es que llenamos la plaza. Dejémoslo en un cincuenta por ciento”.
El salmantino comentaba: “He tratado de llevar una línea fuera del ruedo y en la plaza he tratado de hacer las cosas cada día mejor. Trato de sentirme lo más humilde posible y alcanzar algo que me ha costado mucho; espero que a partir de ahora sea más fácil ser figura del toreo. Ahora lo tengo muy cerca y espero que no se me escape” y concluía diciendo: “Además, quiero comprarme una finca y espero no tardar mucho”.
El maestro cumpliría sus sueños pero en agosto de 1990 “Timador”, de Cayetano Muñoz, truncaría su carrera para siempre. Aun así, afortunadamente, continuó con nosotros diez años más hasta el referido 14 de enero de 2001 cuando murió en Salamanca a los 49 años de edad. Desde entonces se le echa de menos. Y se le seguirá echando. Por su bondad como persona y por su categoría como torero.
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