Hay toreros que crecen, como hombres que crecen. Toreros que avanzan en su tauromaquia como hombres que se adentran en su vida, la investigan, la interrogan. Lanzan preguntas cada vez que no están convencidos de las razones de una búsqueda, de una condición, de una forma de expresarse. El toreo es la vida, que es lo mismo que decir, la búsqueda, el caminar en evolución constante. La generación que pasó o que lideró Espartaco y terminó con Ponce fue la gran búsqueda de este último. De ahí El Juli, como en relevo. Juli ha sido el gran interrogador de la última tauromaquia. Y en medio hubo una esquizofrenia de estilos sin definir, sin duda de preguntas sin respuesta, de desubicaciones que se situaron en el paso del novillo al toro casi siempre. En varios toreros. Manzanares y Talavante, por ejemplo.
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La evolución que no se cuenta
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