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La gran feria de Valdemorillo

Con la feria de Valdemorillo arranca la temporada taurina española, seguida por la de Olivenza (entre ellas el carnaval de Ciudad Rodrigo), ambas convertidas en referentes, pues además de sus magníficos carteles y perfecta organización, ocurre que los aficionados, tras varios meses sin toros, tienen avidez por ver torear, por disfrutar con su afición, con el toreo, sentir la emoción de ver al torero jugarse la vida delante del toro para componer su obra de arte, y oír los olés y las ovaciones de una plaza de toros llena cuando el torero está haciendo una gran faena. En definitiva, vivir lo que es una corrida de toros, un espectáculo único, el más completo, como dijera Charles Chaplin tras presenciar por primera vez una corrida: “En las corridas se reúne todo: color, alegría, tragedia, valentía, ingenio, brutalidad, energía y fuerza, gracia, emoción… Todo. Es el espectáculo más completo”.

Lo que ocurre en Valdemorillo por San Blas, en su feria taurina, es casi impensable, y más impensable lo que ocurría hace años, antes de tener la magnífica plaza de toros cubierta que tiene, y además con calefacción central. Esta nueva plaza de la Candelaria se inauguró en 2003, aunque la cubierta se terminó en 2007, y tiene 6500 localidades, que habitualmente se cubren en su totalidad durante su feria. Y digo impensable porque en esas fechas, del 7 al 9 de febrero, hace mucho frío en aquella zona, a pesar de lo cual la afición acudía y acude hasta llenar sus tendidos. Recuerdo haber visto toros en Valdemorillo con nieve alrededor de la plaza, y ver como los aficionados llevaban mantas para cubrirse, porque estaban a temperaturas bajísimas, lo cual da idea de la gran y fiel afición que allí existe y asiste, pues al estar cerca de Madrid (menos de 50 kilómetros, con buenas carreteras), muchos aficionados de la capital se desplazan hasta Valdemorillo. Este año los empresarios de “Pueblos del toreo”, Carlos Zúñiga hijo, y Víctor Zabala de la Serna, han confeccionado unos carteles con la máxima figura del rejoneo, figuras de los novilleros, de los matadores de toros, y ganaderías del máximo prestigio. El mano a mano entre Emilio de Justo y Juan Ortega es interesantísimo.

He leído artículos según los cuales, sus autores preferían los carteles de antaño, en que no iban figuras sino buenos toreros, que prometían mucho, y Valdemorillo era un escaparate muy cercano a Madrid, donde reivindicarse y ganarse un puesto en las Ventas. Es una opinión muy respetable, pero hemos de tener en cuenta que los empresarios trabajan para ganar dinero, y además hay algunos, entre los que incluyo a Carlos Zúñiga, que no solo piensan en eso sino también en promocionar la fiesta, engrandecerla, dar oportunidades a quienes creen que se las merecen. Carlos es para mí un joven empresario que está llamado a ser de los más grandes en un futuro próximo. De Víctor Zabala de la Serna no puedo opinar porque no le conozco, pero si está asociado al Sr. Zúñiga muy probablemente pensaran igual o muy similar. Lo cierto es que, en general, los empresarios contratan al que les mete más gente en la plaza, y si han confeccionado carteles con figuras es porque la gente quiere ver precisamente a las figuras más que a los que aún son promesas, y el empresario está para dar a su clientela lo que pide, dentro de sus posibilidades, pero si sabe que tanto las promesas como las figuras le van a llenar los tendidos, con las figuras ganará menos, ya que les tiene que pagar más que a los que no lo son. No obstante, a pesar de que ser figura del toreo es dificilísimo, que nadie dude de que por mucho que se critique el sistema, siempre, absolutamente siempre, el tren pasa, al menos una vez, por la puerta de aquel que quiere ser figura y tiene condiciones, por tanto, puede cogerlo y que ya nadie le baje. Desde que recuerdo, y recuerdo muchos años, siempre he oído criticar al sistema, decir que la fiesta está muy mal, que van a acabar con ella, pero nunca se acaba. Cuando un torero está toreando bastante nunca le he oído decir que el sistema está muy mal, solo lo dicen cuando no torean, pero el sistema siempre ha estado más o menos igual, con pequeñas diferencias; injusticias siempre las ha habido (¿y dónde no las hay en la vida?), pero cuando uno ha valido de verdad y ha perseverado acaba por llegar a su meta. Dos de esos son, precisamente, Emilio de Justo y Juan Ortega, que ambos están en Valdemorillo, sobre todo De Justo, al que he oído decir que, el toreo con él ha sido justo, a pesar de haber estado muchos años completamente olvidado.

Enhorabuena a los empresarios de Valdemorillo por la gran feria que han montado, y ¡que sea un gran éxito en todos los sentidos!

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La gran feria de Valdemorillo

Rafael Comino Delgado

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