Escribo desde Sevilla, donde la sanmiguelada arrancó con una excelente noticia. Se llenó la Maestranza. O casi. No hay mejor noticia en estos momentos que una plaza llena. No era habitual en los últimos años una entrada así. Con menos abonos que nunca hubo más público que nunca. El amor de Sevilla por Morante, el golpe de timón en la gestión de la empresa, el acelerón promocional que ha aplicado, todo debió influir para que cuando asomaran las cuadrillas hubiese un entradón de los que no se recordaba por estas fechas ni tampoco se esperaba dado los cambios en el cartel, no cabe hablar de abonos cautivos, había derecho a devolución, así que hay que celebrarlo y reafirmarse en la esperanza de futuro. Hay futuro. Cuando hay un plan hay futuro, cuando se genera interés hay futuro y Morante pongo por caso genera interés. Otra cosa sería que hablásemos del futuro de Morante, que un mal día puede decir hasta aquí llego y nos deja compuestos, sin sucesor y sin alegrías como las de este San Miguel.
Y el que dice Morante dice Tomás o Ponce o cualquiera de los que genera interés. Siempre creí que muchos de los males del toreo se resuelven, siempre fue así, con un torero que interese, eso puede con todo, con las administraciones adversas, con los anti, con los gestores propios tantas veces cegatos y egoístas, con los toros previsibles y hasta con las tardes planas, que también hacen daño, mucho. Naturalmente para llegar a ese torero hacen falta las condiciones que faciliten su aparición y ahí es donde entra la necesidad de condiciones administrativas, fiscales y mediáticas que mantengan viva la Fiesta a la espera de ese alguien que nadie sabe cómo es, ni siquiera cómo va a ser, hasta que aparece, hasta que el público, no digo la afición, dice ese, ese es.
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