Los carasblancas de Julián Carpio siguen ganando nombre entre los aficionados. Sin haber entrado, por el momento, en el circuito de las corridas de toros, los resultados de 2024 han dado la razón al ganadero en su apuesta por la bravura y el fenotipo que da nombre a este hierro.
“Estamos con una ilusión grandísima, poniendo mucho esfuerzo y con una gran responsabilidad por la gran acogida y expectación que se crea cada vez que lidiamos un cara blanca”. Los resultados de la pasada campaña dan respaldo al ganadero, sabedor que la dirección de la ganadería lleva un rumbo cierto y constante: “El balance ha sido muy positivo, sobre todo porque el comportamiento de las reses ha sido lo que esperábamos de ellas. Eso me gusta mucho porque me doy cuenta de que cada vez entiendo y conozco mejor la ganadería, algo fundamental para poder trabajar con ella”.
Carpio reconoce que la apuesta es doble: no sólo lograr una ganadería de garantías, sino también crear un rasgo común en cada uno de los animales: “Al ser una ganadería joven, aún no tiene unos rasgos claramente definidos. Evidentemente buscamos animales que en su pelaje sean caras blancas, pero que a su vez tengan seriedad y unas hechuras armónicas”. Y añade: “Si ya es difícil ser ganadero buscando la bravura, imagínate si además te encuentras limitado también por el pelaje. Estamos con la ilusión por las nubes porque los resultados están siendo muy positivos”.
Una aventura que sigue creciendo en edad, pero que mantiene la base que la distingue del resto: “Con el hierro de Bellalucía (Cuvillo-Laurentino Carrascosa) donde ya tenía una cara blanca que me regaló José M. López, echamos el toro Libertador de Antonio Palla y, posteriormente, el toro Ganchito de José M. López; ambos con la cara blanca. Después creé el otro hierro de Caras Blancas de Carpio, donde metimos parte de las vacas de Bellalucía, un lote vacas de El Freixo – El Ventorrillo – Campo Nuevo y, actualmente, un lote de vacas de Algarra”.
Desde aquellos inicios, la divisa ha ido creciendo y ganando efectivos hasta comenzar a tener un amplio número de vacas de vientre: “Actualmente contamos con 140 vacas madres, 35 añojas y unos 80 becerros, entre machos y hembras. También tenemos dos sementales, ya que recientemente hemos perdido otros dos por pelea y por enfermedad”.
Un hecho que posibilita que crezca el número de animales para las plazas en este 2025 que ya comienza a vislumbrar el inicio de su año taurino: “Hay una camada de diez utreros, a alguno lo veremos en Madrid y en el Circuito de Novilladas de la Comunidad de Madrid. Además, tenemos también quince erales y treinta y dos añojos, de los cuales, además del típico pelaje negro con cara blanca, también hay colorados, melocotón y jaboneros con la cara blanca”.
Mirando al nuevo curso, las ganas y la ilusión crecen; con la esperanza que el trabajo de los últimos años dé sus frutos en forma de bravura y buenos resultados: “Nosotros tenemos la ilusión y las ganas de trabajar por las nubes. Esperemos que cuando salga un cara blanca a una plaza, además de que el público quede enamorado por su belleza y su pelaje tan singular, su comportamiento transmita emoción y que el torero pueda expresarse”.