BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS

Los retos de Fallas

José Luis Benlloch
lunes 10 de marzo de 2025
Tras las primeras ferias del año, en Fallas el toro ya es otra cosa, otro volumen, otra manera de mirar, incluso de amenazar: ¡"Póngase usted que voy!...", y si te pones de verdad, ahí está el secreto, entiendes, que sí, que es otro toro, otra recompensa u otro castigo

Açò va de bo, en una traducción libre tan valenciana, esta frase viene a significar que comienza la hora de la verdad, que se acabaron las probaturas, que ya no valen las posturas ni los adornos, ni siquiera las buenas intenciones, que de eso están las colas de los despachos llenas: ¡Un contrato por favor!... Son Fallas y va de bo. En términos taurinos conlleva, es fundamental, que el toro ya está ahí. No es que hasta el momento, en las citas previas, que tienen su encanto hay que reconocerlo, no haya toro de por medio, que lo hay, pero el que viene es otra cosa, otro volumen, otra manera de mirar, incluso de amenazar, otro toro definitivamente: ¡Póngase usted que voy!... y si te pones de verdad, ahí está el secreto, entiendes, que sí, que es otro toro, otra recompensa u otro castigo.

Son sensaciones que cada año, cuando madruga la primavera, vienen a sustanciarse en Valencia. Para los coletudos se convierte en todo un examen: ¿Cómo ha pasado usted el invierno?, ¿se ha cuidado?, ¿cómo le afecta la experiencia?, ¿los años le mejoran o le restan ilusión…? ¿esa cabeza está despejada?, ¿hasta dónde está dispuesto a entregarse?, ¿quiere acabar de pagar la finca…? Porque los toreros, no hace tanto compraban las fincas, la segunda sobre todo, como una manera de obligarse ante el toro. Hay que arrimarse, que hay que pagar. Ahora no está tan fácil que se compren siquiera la primera.

Por todo ello, antes y ahora, todos querrían estar anunciados en Fallas, primera sesión del año de la bolsa taurina. En ese ambiente el viaje a la festiva Valencia va cargado de riesgo, el de transmutarse en gran disgusto o todo lo contrario, de tal manera que cuando caída la tarde dejes la habitación del Vincci, -antes era del Astoria-, lo hagas con el pasaporte que te permita atravesar fronteras comerciales y subir cachés o que directamente, ahora que tan de moda están los aranceles, te pongan otra traba más, que para eso las empresas, el sistema dicen, se las pintan como nadie. Luego vendrán Sevilla y Madrid, que incluso subirán el grado de dificultad, pero Valencia, por Fallas, es la primera gran prueba a superar, en donde te puedes cargar de razones y donde se comprueba lo honda y a veces amarga que está la pasta en el toro.

¿Cómo ha pasado usted el invierno, se ha cuidado, los años le mejoran o le restan ilusión… esa cabeza está despejada, hasta donde está dispuesto, quiere acabar de pagar la finca…?... incógnitas a resolver por los matadores

Esta edición 2025 en Fallas anuncia varios puntos calientes. Si arrancamos por la base de la pirámide, las dos citas novilleriles tienen un interés incuestionable, comparece una gran promoción, Marco Pérez, Aarón Palacio, El Mene, Zulueta y los valencianos Torrijos y Andreu, que a riesgo de caer en un exceso de optimismo, es una floración que me recuerda a aquella quinta de los Ponce, Finito, Jesulín, Chamaco… ¿acaso está prohibido soñar? Hay un brazo armado, toreros de corazón fuerte y pie firme, que anuncian competencia sin reservas, Román y Borja Jiménez, que se las verán nada menos que con los santacolomas; el señalamiento para paladares exquisitos apunta a Juan Ortega, el tipo capaz de todo, de la indolencia a la pasión y entonces te das cuenta lo que vale; se espera la consolidación de Tomás Rufo; alegra la vuelta de Daniel Luque, el más completo lidiador, castigado como pocos por el dichoso sistema; hay toreros en sazón como Castella, De Justo o Ureña, con poca novedad pero muy capaces; hay quien tiene la obligación de rebelarse y revelarse, eso o sufrir, caso de Chicharro; y están los tres ases, de su grandeza no se puede dudar, que doblan actuación y se supone que disparan el presupuesto de la feria, Manzanares, Talavante y Roca Rey, ellos cargan con la responsabilidad máxima, tienen la obligación de justificarse ante el toro y en la taquilla, lidia, esta segunda en la que nos la jugamos todos, que ya se sabe que las plazas llenas son el mejor blindaje contra los Urtasun y demás especímenes que hacen de su abolicionismo una tapadera a su pobreza intelectual. Pero ahora asoman las Fallas y ¡va de bo!, porque hay que disfrutarlas, en cualquier tarde puede surgir la magia.

Posdata.- Nada de eso quiere decir que el toro tenga que ser descompasado y feo, mi mucho menos mastodóntico, eso nos llevaría a las peores etapas de esta plaza, el toro tiene que ser serio, armónico, bien hecho y con las características de su encaste, al margen de las quimeras de quienes pretende emboscar su ignorancia o necedad en un falso rigor sin que tengan empacho en mantener secuestrada la Fiesta.

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