Más allá de la estadística, la temporada de Luis Bolívar ha de ser interpretada como fruto de la capacidad y la madurez. Bazas esgrimidas por el diestro colombiano en una campaña que a priori se auguraba muy alentadora tras los triunfos obtenidos en América. Una inesperada adversidad truncó sus planes y Bolívar ha bregado contra viento y marea en los ruedos y fuera de ellos.
“La grave enfermedad de mi apoderado en marzo truncó lo que prometía ser una temporada muy ilusionante”
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