Más de seiscientos mil espectadores han desfilado por Las Ventas en una secuencia de treinta y dos días de toros continuados. Lo que no consigue prácticamente ningún otro espectáculo. No sé siquiera si los grandes del fútbol. Y ya no les digo los políticos, tan empeñados en medir y vivir de la capacidad de convocatoria de cada cual. Junta, cualquiera de ellos, veinticinco mil personas en una tarde y hace encaje de bolillos en las teles si es que antes no revienta de pura vanidad. San Isidro, estación término. Llegamos al final. Más de seiscientos mil espectadores han desfilado por Las Ventas en una secuencia de treinta y dos días de toros continuados. Lo que no consigue prácticamente ningún otro espectáculo. No sé siquiera si los grandes del fútbol. Y ya no les digo los políticos, tan empeñados en medir y vivir de la capacidad de convocatoria de cada cual. Junta, cualquiera de ellos, veinticinco mil personas en una tarde y hace encaje de bolillos en las teles si es que antes no revienta de pura vanidad. Seiscientas mil personas de pago, subrayen lo del pago porque aquí nadie pone bus ni bocata ni promete el PER, en esta historia se paga…, que aportaron, dicen desde Expansión, setenta y tres millones, 73.000.000, de euros a la economía urbana, debería ser credencial suficiente para exigir respeto y atención pero mucho me temo que seguiremos bajo la bota de los papanatas, animalistas, anglicismos ideológicos y demás. ¡Ay, si fueran listos!, el nicho de lealtad que se están perdiendo.
Cuando pensábamos que los Lozano habían soltado su gran corrida el día de las figuras, llega su segunda unidad y se mejoran a sí mismos
En lo artístico la última semana hubo de todo, cimas y simas, caras y cruces. El toreo es así a riesgo de perder encanto. Cabe exigir buenos mimbres, tener grandes intenciones, se puede pagar por lo mejor de lo mejor y te puedes ir a casa con cuarto y mitad de decepción. O todo lo contrario. Pues todo eso es lo que sucedió en la última semana de esa locura de feria, donde de pronto, cuando nadie lo esperaba surgieron los santacolomas de Rehuelga disfrazados de tanques para sortear los fielatos del reglamento, aunque ello pudiese suponer auto traicionarse y, ¡abracadabra!, a tomar viento las creencias, compusieron una gran corrida de toros. Más. Cuando todos pensábamos que los Lozano habían soltado su gran corrida de todos los años el día de las figuras, llega su segunda unidad como dicen los del fútbol y se mejoran a sí mismos hasta el punto de no saber cuál de las dos corridas fue mejor.
Del Álamo fue la sorpresa grata de la semana, toreó un gran alcurrucén como debía torearse. Talavante, seda y poder, la plenitud de Ferrera y la bravura de Ureña hicieron buenos los pronósticos
Y a la contra, cuando todos estábamos convencidos de que iba a ser la feria de los adolfos, con su chispa y su nobleza, salen dormidos y cabrones y bien que lo siento. A la próxima será. Así que más vale no pronosticar, ni siquiera elegir, hay que limitarse a acertar. Y también hubo sorpresas buenas en el bando de las luces. Y bien que me alegro. Juan del Álamo fue el primero. Toreó un gran alcurrucén de la segunda unidad como debía torearse, quiere decirse que estuvo a la altura, en una faena que merecía por sí sola la puerta grande ¡vaya feria se han marcado los usías! y tiró de la ambición para acabar conquistando lo que tantas veces se le ha resistido en el último suspiro. Otra sorpresa grata, fundamentalmente porque llegaba desde el anonimato, fue Gómez del Pilar, que ante una interesante corrida de Dolores Aguirre cortó una oreja que le debe mantener en la carrera por el salto definitivo.
Surgieron los santacolomas de Rehuelga disfrazados de tanques para sortear los fielatos del reglamento y compusieron una gran corrida de toros
También hubo nombres que no fallaron ni rompieron quinielas. El misterioso Talavante mismamente, que sigue dando lecciones de un toreo, seda y poder a la vez, que en sus principios nadie le adivinaba; o el pletórico Antonio Ferrera, otra grandiosa metamorfosis artística que le ha llevado a la maestría y a un dominio del escenario y del toro que es puro gozo; otro tanto se podría decir del bravo Ureña, que no cesa aun en medio de las grandes tormentas así sean de granizo, que eso es lo que fue su victorinada. Y para cerrar, miuras. Doble sorpresa. Los de Zahariche decepcionaron y los sobreros, dos restos de toda la feria, Buenavista y El Ventorrillo, embistieron más que muchos titulares.
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