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Manzanares: “Me gusta la exigencia, es muy frustrante pero me gusta”

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Llegó marzo y la soñada normalidad. Valencia, la primera de primera, se apresta a marcar la temporada. Es la bolsa donde se comienza a decidir el Ibex del toreo. Entre bastidores se enciende la polémica, afinan los clarines, se tensan los timbales, se engrasan goznes y cerrojos, aparecen las colas, por esta vez si hay colas hay vida, ¿quién dijo crisis?… En la acera de enfrente, mejor en el campo, los toreros tensan los músculos y comienzan a recibir la visita de los miedos. El que no tenga miedo no tiene valor. Cada año es un comenzar de nuevo. Un estreno al que nunca nadie se acostumbra. Ni siquiera Manzanares. Luego el valor será disimular los miedos. Y en ese ambiente Manzanares asiente.

-Cada año se pasa más miedo y se tiene más responsabilidad. Ganas en experiencia y pierdes en facultades. Hay toreros nuevos, crece la competencia pero es bonito. Todo eso lo tienes que combatir con concentración. Las dudas y los miedos, ya sabes, siempre existen pero hay que combatirlos.

-Y supongo que crecerá la exigencia.

-Me gusta la exigencia. Es muy frustrante pero me gusta. Te provoca intranquilidad y si eres perfeccionista y obsesivo como yo, más aún, pero me gusta, me estimula.

-Sin Enrique (Ponce) en los carteles, con tus dos tardes en las Fallas cargas con la máxima responsabilidad patria y artística.

-Ser el único que actúa dos tardes en Fallas es una responsabilidad grande pero para mí tiene mucho más de orgullo que de responsabilidad que efectivamente es grande, pero ya te digo, más grande todavía es el orgullo.

-Y sin él en los carteles asumes el papel de patriarca, el valenciano más veterano en activo.

-Se le echa mucho de menos pero él sabe bien lo que hace y cuando quiera volver lo acogeremos con los brazos abiertos como es obligado, pero mientras no esté es un orgullo asumir ese papel en Valencia, que es una de mis plazas preferidas desde siempre.

“A Enrique (Ponce) se le echa mucho de menos pero él sabe bien lo que hace y cuando quiera volver lo acogeremos con los brazos abiertos”

-Valencia manzanarista.

-Ya lo era con papá. Eso se siente, yo lo sentí desde que debuté.

-¿Tú has entrado en el debate de quién es mejor, si el padre o el hijo?

-No participo en eso. Somos dos toreros diferentes pero… es que mi padre es el mejor de la historia. Como aficionado, más allá de mi condición de hijo, yo no he conocido un torero que reúna tantas condiciones como él. Todo lo que soy se lo debo a él, todo lo que sé lo he aprendido de él y en mis momentos buenos me acuerdo de él, también en los malos para intentar salir de ellos.

Josemari ha lanzado su orgullo de hijo al viento e insiste.

-Yo soy una consecuencia de él. Somos dos toreros con los mismos pilares conceptuales que los desarrollan de forma diferente. Dicho eso, naturalmente cada cual puede tener su opinión. Yo me siento tremendamente orgulloso de ser su hijo. El también lo estará de mí, lo sé.

-En cualquier caso la comparación existe.

-Una confesión, yo aprendí a ser feliz cuando entendí que era normal que comparasen al padre con el hijo. Me liberé. Te insisto, él fue el mejor de la historia para mí.

“Todavía no he cuajado la faena que sueño hacer aquí. Y lo estoy deseando”

-Dieciocho años de alternativa, diecinueve temporadas de matador… ¿Te sientes mayor?

-Más que mayor me siento veterano y me siento a gusto. Mi época de matador joven ya la pasé, era bonita pero muy diferente.

-¿Con cuál te quedas?

-Para disfrutar de esta hay que superar la anterior. El mayor conocimiento de ahora me permite disfrutar más. En la primera época todo es más pasional, pero también vas más a la deriva. Hay disfrute pero también más sufrimiento. Ahora llego a Valencia, por ejemplo, y sé cuál es su personalidad, cuáles son sus gustos, sé que me voy a encontrar una afición respetuosa y dispuesta a dar cariño si yo se lo doy.

-Lo de decirte mayor no tenía intencionalidad.

-No puede haberla. Yo me siento afortunado por seguir encontrándome tan bien. Ojalá pueda seguir así unos años más.

-¿La temporada pasada fue de las mejores de Manzanares?

-No sabría decirte. Pasé muchos años muy mal por culpa de la espalda. Desde el 2015, que fue la segunda operación, era un sufrimiento continuo. Quería y no podía. Sabía lo que tenía que hacer para prepararme pero no podía. Me limitaba muchísimo. Era un dolor insoportable y aun así lo sacaba adelante. Hacía el esfuerzo.

-¿Se superó?

-El año pasado conseguí liberarme y disfruté una barbaridad. Era como si flotase por la plaza. La sensación de torear sin dolor es indescriptible, un gozo que no recordaba.

ABRIR CARTEL

-A propósito de los años, las voces más críticas te señalan por negarte a abrir carteles, dicen que ya es hora.

-Ya, lo sé. A mí de hecho no me molestaría pero no lo voy a hacer hasta que no cumpla veinte años de alternativa, que será el año que viene.

-¿Por qué?

-Para ser el primer torero que lleva veinte años sin abrir cartel. Es una cuestión que nos hemos propuesto. Sé que por naturaleza tendré que abrir cartel y lo aceptaré. Pero será el año que viene.

-¿Nunca lo hiciste?

-Una vez en Alicante, en 2004, en una época difícil para mí en la que si quería torear tenía que abrir cartel. Y también en algún mano a mano que he toreado con Andrés (Roca Rey).

-¿Tanto molesta?

-No especialmente. No es cómodo pero también tiene la ventaja de que llegas con la mentalización que haces en la habitación y concentrado. Las veces que abrí plaza en los mano a mano me sentí bien.

-Estamos en Valencia. Son tus Fallas. Entre los muchos éxitos que firmaste queda el recuerdo de una faena desbordante de templanza en las Fallas de 2011.

-Me acuerdo perfectamente. Fue muy bonita pero todavía no he cuajado la faena que sueño hacer aquí. Y lo estoy deseando. Yo me siento muy querido en Valencia, es una sensación que me emociona. Aquel día fue la primera vez que entré a matar recibiendo. Lo hice sin haberlo entrenado nunca, fue un impulso.

-Pinchaste y te cerraste la puerta grande.

-Y lo volví a hacer en Castellón y volví a pinchar.

-Los toreros cuando llegan siempre anuncian su intención de mandar, ¿tú has tenido esa motivación?

-De mandar en mí y en mi carrera, sí, pero mandar en el sentido que se dice en el toreo de hacer y deshacer ferias o carteles, no. Siempre me ha dado un poco igual lo que hagan los demás. Mi objetivo es mandar en lo que yo decido. Pido lo que creo que merezco y si me lo dan bien y si no bien también…

“Mi padre es el mejor de la historia. Como aficionado, más allá de mi condición de hijo, no he conocido un torero que reúna tantas condiciones como él”

-¿Entonces el liderazgo?

-Yo tengo mentalidad de líder con los míos, para mi cuadrilla, en mi entorno pero para los demás, no. No tengo esa capacidad.

-Si se piensa en un matador ves el jefe de la cuadrilla; si analizas el trato que se le da, piensas en un líder.

-En mi caso mi vocación de líder se acaba en mi entorno. Todas las cosas que he hecho, tanto en el ruedo como en la proyección externa del toreo, han seguido unos patrones muy marcados y muy míos, luego si alguno los ha querido seguir yo orgulloso, pero hasta ahí.

-Frecuentemente se escucha Manzanares ha hecho esto o viste así o ha aparecido en tal sitio…

-He tenido muy claro lo que he querido hacer en el mundo del toro y he tenido muy claro que había que llevarlo más allá de su ámbito social más tradicional y he sabido como hacerlo, creo.

-¿Cómo?

-Desde luego siempre desde el respeto a la esencia. Y haciéndolo inteligible. Y te aseguro que se consiguen grandes logros. Pero nunca he actuado con intención de liderar nada. Si ha calado bienvenido sea, un orgullo.

EL MANZANA MÁS PERSONAL

El maestro se prepara en el campo charro, en la legendaria Matilla, entre encinas y toros bravos, no cabe medio ambiente más puro ni más torero. La escarcha mañanera, qué digo escarcha, el hielo, marca la hora de la carrera continua; el sol, solecillo de la mañana, la hora del toreo de salón y a la tarde si el viento duerme se tienta y si no se espera porque torear es arte que nace desde la tranquilidad del espíritu. Y antes y después, a toda hora, tertulia, cambio de impresiones con su gente, el apoderado, la cuadrilla, el mozo de espada y también el jefe de prensa que es elemento nuevo en el mundillo del toro.

-La templanza del mediterráneo alicantino se echará de menos.

-Yo echo de menos a mis niños. Desde la presentación de los carteles de Valencia que me pasé por Alicante no los he visto. Impuse mi preparación a mi ilusión. Es duro pero luego, cuando las cosas salen bien, te das cuenta que vale la pena.

-¿Josemari niño todavía te dice que quiere torear?

-Cuando me lo llevo de viaje conmigo o me lo traigo al campo sí me lo pide pero a la que de verdad le gusta y me lo pide es la niña pequeña, Gabriela. A veces la sorprendo toreando ella solita y…

-Y te enorgulleces, claro.

-La observo sin que me vea. Es una escena muy tierna. Muchas veces me pide torear una becerrita y como nunca llega la hora me advierte que no crezca mucho, que la becerrita sea chica.

“Yo aprendí a ser feliz cuando entendí que era normal que me comparasen con mi padre”

-Recientemente te reconocías cariñoso con los compañeros.

-Yo soy cariñoso, lo reconozco, sí.

¿Y competitivo?

-Competitivo también lo soy, aunque no le deseo el mal a nadie ni deseo que no triunfe otro para sentirme yo bien. Es cuestión de seguridad en uno mismo. Si te sientes seguro no necesitas que los demás no triunfen y si lo necesitas es que tienes un problema.

-Vayamos a lo personal.

-Adelante.

“La sensación de torear sin dolor es indescriptible, un gozo que no recordaba. Es como si flotase por la plaza”

-¿Tú eres un manirroto?

-Lo fui mucho. Ahora soy caprichoso, lo reconozco, pero me he frenado muchísimo aunque si veo algo que me gusta y me lo puedo permitir lo hago.

-¿Y aún eres fiestero?

-Mucho menos.

-¡Jo! te has hecho mayor.

-Tampoco era tan fiestero antes. Ahora lo soy en privado. Y si la gente que me rodea es de mi gusto no encuentro el momento de irme a dormir e intento disfrutarlo.

“Mis fiestas son supersanas. No bebo ni tomo drogas… Mi único vicio es fumar y procuro elegir el momento”

-Eso para la disciplina que exige el toro no es muy recomendable.

-Hay que saber elegir el momento para que no interfiera. Además, mis fiestas son supersanas. No bebo ni tomo drogas… Mi único vicio es fumar y procuro elegir el momento, hay tiempo para todo. Antes era más de salir, más social, ahora de mayor recogimiento. Hay reuniones muy bonitas.

-¿Eres más urbanita o más campero?

-No renuncio ni a la ciudad ni al campo. La ciudad me provoca la sensación de estar más arropado, de más proximidad con la gente. La sensación del campo es más de soledad. A mí me gusta mucho el campo porque te encuentras con todo lo tuyo, con lo bueno, con lo malo… te invita a la reflexión. Aunque a veces te genera sensación de desprotección, me gusta. Necesito las dos. Esta época de preparación es muy bonita.

-Bonita es la vida.

En estos momentos cuenta con cinco vestidos por estrenar y otros tantos con una única puesta, los que lució en Madrid, Sevilla, Alicante… y aun así va a pasar por el sastre porque hay que vestir el cargo y porque se puede que no es cuestión baladí, teniendo en cuenta que cada terno vale.

Los colores están decididos, rojos y azules, ya hace tiempo que no utiliza otros, y de tanto en tanto recurre a variar los bordados para que no sean iguales aunque siempre acaba volviendo a los suyos.

Son vestidos muy personales en las formas, consecuencia de su perfeccionismo. Las chaquetillas, que en principio las usaba muy cortas, las ha ido alargando. Le gustan un poco abiertas y que las magas permitan que asomen los puños de la camisa porque además de esa manera le añade comodidad.

Utiliza sedas damasquinadas, idea del maestro Manzanares que la utilizó en el final de su carrera en una tarde triunfal en Antequera y gustó tanto que se quedó instituido en la familia.

Herencia directa del progenitor es también el hábito de estrenar medias y leotardos en cada corrida, porque una vez lavadas las medias pierden el brillo que las hace tan atractivas.

Las camisas se las hacen en Madrid, sin chorreras ni corchetes, las mismas que utiliza en los trajes de calle.

Usa muchos trebejos. La temporada pasada gastó 87 muletas y 26 capotes para las treinta y seis corridas que toreó. ¿Este?… a más corridas más trastos.

Sus capotes de paseo son siempre blancos. Toda la temporada saca el mismo hasta la siguiente que lo cambia y vuelve a ser blanco con otro bordado, salvo cuando viste de azabache que tiene uno especial.

Las zapatillas se las hace a medida el zapatero de Hinojo, con la pala corta y muy ajustadas. De los lazos de la misma se encarga Javi, el mozo, que los monta aparte y los pega.

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Manzanares: “Me gusta la exigencia, es muy frustrante pero me gusta”

José Luis Benlloch

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