Vivimos en un país que siente un placer especial en fagocitar a los mejores en beneficio de los mediocres. El saber, la calidad y la excelencia se hacen aquí acreedoras al acoso y derribo de los enanitos del rencor que fundamentan su ser y estar en la intriga, la maniobra y la postergación de quienes con su sabiduría y capacidad los ponen en evidencia. En la Historia ha quedado el tan criticado y extemporáneo “¡¡Muera la inteligencia!!” de Millán Astray. El peculiar y mutiladísimo general legionario, en el fondo no hizo más que erigirse en portavoz del desprecio de un amplio sector de españoles a la humana inteligencia.
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