TAL DÍA ESTA SEMANA… 18 DE DICIEMBRE DE 1977

Navideño y Paco Camino, la faena eterna

Alfonso Ávila
miércoles 18 de diciembre de 2024
Memorable actuación del Niño Sabio de Camas al toro Navideño de Javier Garfias en la Plaza Santa María de Querétaro

Fue el 18 de diciembre de 1977. Paco Camino firmó en México una de sus tardes de toros más completas. Ocurrió en una de las plazas de sus grandes éxitos, Querétaro, y la corrida fue un nuevo mano a mano con Manolo Martínez, con toros de Javier Garfias.

Ya había cortado Camino una oreja del primero y otra del tercero, y Martínez dos del segundo, cuando salió Navideño, con un tranco ideal, desplazándose con clase en los dos primeros tercios.

Tal como relató Horacio Reiba para el diario mexicano La Jornada: “Navideño, el quinto, era un animal negro, terciado y de preciosas hechuras que así que salió al ruedo no haría otra cosa que embestir y embestir, con un ritmo que el artista de Camas fue graduando desde el momento en que abrió el capote para veroniquear suavemente, sin prisas ni apreturas, las manos un poco altas todavía”.

“Vuelven a mí, como un compendio de perfección desde su ajuste, cadencia y explosiva hermosura, las chicuelinas citando de largo y luego su brindis a Lorenzo Garza, el torero favorito de su padre. Podría hablar de la fluida concatenación de pases de trinchera y de la firma hasta dejar a Navideño en los medios, y del crescendo como de sonata de una faena compuesta por series hondas e intensas por ambos lados sin que el pitón tocara jamás la muleta, que prolongaba las nobles embestidas con lentitud y redondez, que no parecían de este mundo. O de los distintos que resultaban en Camino un solitario molinete, el lentísimo kikirikí, la trincherilla acariciante o los rotundos de pecho para rematar cada tanda”. La faena fue premiada con los máximos trofeos.

Carlos Abella, en su libro “Paco Camino, el Mozart del toreo”, escribe: “Entre barreras, todos sus grandes amigos, algunos de los cuales me han referido que aquella tarde fue la mejor que Camino realizó en México, mejor incluso que las que hizo en 1963 y 1964”.

“La faena tuvo ritmo artístico, difícil de igualar y que los muletazos fueron tan lentos como majestuosos”, decía Álvaro Lebrija, consuegro de Javier Garfias en el rancho El Mesón, donde se conserva el vestido verde y oro de esa histórica tarde. “Fueron setenta u ochenta muletazos perfectos, que provocaron el llanto espontáneo de gentes del toreo como banderilleros, mozos de estoque, picadores y aficionados de barrera como el mismísimo matador de toros Luis Castro “El Soldado”.

Manolo Chopera confesó que “es la tarde más grande que ha tenido Camino en su vida”, hasta el extremo de que al volver a La Mansión, el hotel donde Camino se vestía en Querétaro, le oyó decirle a su esposa María Angeles, que allí le esperaba: “Es el día que mejor he toreado en mi vida. Hoy he inventado el toreo”.

Los periódicos mexicanos se hacían eco así de la histórica faena:

“Camino: la faena de su vida… rigurosa de forma pero no fríamente académica, sino traspasada por una emoción visible, bellamente contenida”. (José Alameda, El Heraldo de México).

“Ha sido una de las faenas más perfectas, más toreras y emotivas de cuantas se hayan logrado en plaza alguna”. (Luis Soleares, del libro Dos Colosos, de Rafael Loret de Mola).

“De la Santa María hemos salido conmovidos y saturados de arte divino… a la vez pensativos y meditando si el toreo no ha llegado ayer a su fin”. (Tapabocas, Ovaciones).

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