El toro, avisado por los dos pitones y cortando terreno, no era el más propicio para poner banderillas y puso en apuros al diestro en los dos primeros pares. En el tercero no se escapó y tras perder pie, el de Ana Romero le propinaba una tremenda cornada en el lado izquierdo de la cara.
Los primeros instantes tras el brutal percance sufrido por Juan José Padilla han sido realmente angustiosos. El torero era recogido en el ruedo por su mozo de espadas y Miguel Abellán y llegaba consciente al túnel de la enfermería. Padilla, tapándose el rostro y aún consciente, exclamaba en brazos de las asistencias: “¡No veo, no veo!, ¡por Dios, mis niños!”. Una vez en manos de los doctores, y tras sufrir síntomas de asfixia, era intubado y sedado para proceder a su estabilización.
En la puerta de la enfermería, las caras de las cuadrillas, el empresario Ignacio Zorita o el diestro Serafín Marín, daban fe de la extrema gravedad del percance. En aproximadamente treinta minutos, Padilla fue trasladado al hospital Miguel Servet de Zaragoza donde va a ser atendido por cirujanos maxilofaciales, oftalmólogos, otorrinolaringólogos y neurólogos.
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“¡No veo, no veo!, ¡por Dios, mis niños!”
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