La tarde del adiós de Pablo Hermoso de Mendoza dejó imágenes para el recuerdo: desde el paseíllo, en el que participó un amigo personal, Pepe Aguilar, pasando por el abrazo en la vuelta al ruedo con su hijo Guillermo, que lo sacó en hombros al finalizar el festejo por la puerta grande, así como el beso a la arena de la monumental, una plaza en la que ha sido un “consentido”, categoría que han alcanzado muy pocos en la historia. En la galería adjunta a estas líneas se pueden ver los mejores momentos de una tarde cargada de sentimiento y simbolismo.