La semana, la temporada, seguramente la Fiesta, acabó definitivamente marcada por la cornada de Padilla en Zaragoza. Tremenda. La realidad agotó los calificativos. Horror en estado puro. La cornada, las consecuencias, las reacciones. Fue oler la sangre y cómo se pusieron esos malditos anti. Perros rabiosos aullando gritos de odio. Montaron sus campamentos, cercaron el toreo, encendieron sus hogueras inquisitoriales a la espera de un desenlace fatal y afilaron la lengua y los sentimientos. Y ahí siguen. Felicitando al toro, maldiciendo al hombre. En aplausos.es -acéptenlo como censura, no nos arrepentimos- no dábamos a basto para frenar tanto rencor en los foros. Los medios generalistas les daban cobijo. Allá ellos. Nos ciscamos en esa audiencia. La red hervía de puro odio mientras un hombre cabal se debatía entre la vida y la muerte. Y parecían distraídos o conformados tras lo de Barcelona, me refiero a los tales anti. Tan malvado despertar les retrata por si no estaban bien retratados.
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