EN SU VIGÉSIMO ANIVERSARIO DE ALTERNATIVA
Foto: Javier ArroyoFoto: Javier Arroyo

Perera: ¡Subidón!

José Luis Benlloch
viernes 21 de junio de 2024
El 23 de junio se cumplen veinte años de su alternativa en Badajoz. Hemos quedado para charlar de la temporada y ha hecho una pausa a caballo, su único vicio, advierte, para pegar la hebra sobre lo que es uno de los sucesos de este año, el momento Perera. "Lo más puro y lo más romántico es cuando el torero está en la plaza, pero después hay que aceptar que esto es un negocio".

-¡Subidón!… ¿te vale el título?

-Vale. Es cierto. Uno sueña con mucho más pero sí, subidón.

-¿Qué te traes de Madrid?

-Mucha moral. Alegría. El reconocimiento de mucha gente. Diría que ha habido unanimidad al valorar mi actuación con los cuatro toros.

-Madrid es tu plaza. Y conociendo Madrid es logro la mar de especial.

-Yo así la considero y no lo digo gratuitamente. Solo hay que mirar mi trayectoria, ahí están mis tardes en Madrid. Lo que me ha aportado en mi carrera más allá de las seis puertas grandes.

-También te hizo llorar.

-Veinte años dan para mucho. Sabiendo que es la plaza más importante y la más exigente, algún día puedo no haberme sentido comprendido, pero pesa más lo bueno. Ahí están los números y lo mucho que ha supuesto en mi vida.

-Triunfos, sudor y sangre. Aquella tarde de los seis toros…

-Ese día me llevé dos cornadas. Otro año, en Otoño, cobré con un toro de Cuvillo, otra en San Isidro me la pegó un toro de Valdefresno. La entrega en Madrid abre esas posibilidades, de triunfo y de cornadas.

“Me considero un torero largo que se adapta a cualquier embestida, a la buena, a la media y a la regular, a torear en largo y a torear en corto. Es lo que permite perdurar en el tiempo”

-En ese subidón del que hablamos, este San Isidro ha sido algo así como el Cabo Cañaveral que te ha disparado de nuevo en esta última etapa, ahí va un cohete.

-Todos sabemos el escaparate que es Madrid, pero lo cosa viene de atrás. Tú viste lo de Bilbao el año pasado, pero en Madrid ese mismo año ya estuve a nivel, solo que entonces no lo refrendé con la espada, y en Pamplona también estuve a nivel, corté tres orejas y cuajé un gran mes de septiembre. Esa temporada de 2023 ya fue importante.

-Lo de Bilbao lo vi, lo sufrí -¡vaya tensión!- y lo disfruté. En ese sentido se puede decir que Bilbao fue un parteaguas muy definido de tu carrera.

-La faena al toro de Fuente Ymbro fue de las más importantes de mi vida. Muy decisiva. Ese es el mejor nivel que he marcado. Cuestión muy importante fue que cogí el punto y mantuve el estado de ilusión y también de frescura todo el invierno. Eso es algo muy importante.

La charla con Perera tuvo lugar en el Palace de Madrid. Foto: Javier Arroyo

-Y en 2024 llegó Sevilla para convertirse en el añadido, en el más a más, de una nueva dimensión del Perera conocido.

-Sevilla ha sido lo más hasta ahora.

-No dejemos Bilbao. Me gusta como aficionado recrearme en momentos así.

-El toro no era claro ni mucho menos fácil. Y en ese momento surgió el Perera con el que yo más me identifico, con el que más se me reconoce.

-Sigue. Un trago así no podemos saldarlo con tres líneas.

-La sensación de no verlo con el capote me ha pasado pocas veces en mi carrera, pero a ese no lo veía. Era desconcertante. Yo estaba completamente nublado, cogí la muleta sin saber por dónde le iba a meter mano. Pensaba que iba a devolver lo bien que había estado en mi primero y eso teniendo en cuenta que estaba en Bilbao era especialmente doloroso, pero de pronto comencé a verle resquicios y virtudes, por eso la satisfacción final fue muy intensa.

-Después de veinte años de alternativa me pregunto cómo se mantienen esas actitudes. Cuatro lustros, mucho más de lo que duraban las carreras toreras más longevas en otra época, es tiempo suficiente para tomarse ciertas licencias y aflojar la pasión.

-Yo concibo mi toreo y mi forma de estar en la profesión, como te he dicho, con la intensidad. Es con lo que más me identifico y mejor me siento. Mi toreo cuando más gana, cuando más transmite, es cuando surge intenso. Eso evidentemente desgasta mucho y para compensarlo tienes que recurrir a la experiencia, al oficio, al conocimiento, todo eso te puede dar para ser ese torero que ahora puedo mostrar.

-¿Cómo es ese torero?

-Pues a lo mejor no tiene el ímpetu de los primeros años, pero ya te digo, intenso, siempre intenso.

-Identificarte con ese toreo es una putada, con perdón, no hay aliviadero, no basta con un quite, una media… en otros palos quizás.

-Pero es lo mío.

-Esa intensidad, supongo, desgasta mucho.

-Cuando te pones con toros como el de Ricardo Gallardo en Bilbao o como los de este San Isidro, claro que desgasta, te mentiría si te dijese que no. Lo compensas con la preparación física y sobre todo con la ilusión, que es algo que por muy recurrente o por muy fácil que pueda parecer, es lo que mueve todo en la vida y a lo que uno se agarra. Cuando tienes ilusión no te importan otras cosas, cuando tienes un objetivo y lo buscas con ilusión, te cuesta menos poner todo de tu parte al servicio de ese sueño.

-Lo de este San Isidro ha sido lo último.

-A Madrid llegué convencido de que a poco que me ayudasen las cosas podían surgir cosas grandes.

Foto: Javier Arroyo

Hemos quedado para charlar de la temporada y ha hecho una pausa a caballo, su único vicio, advierte, para pegar la hebra sobre lo que es uno de los sucesos de este año, el momento Perera. La garrocha, disciplina campera de lo más clásica, hace furor entre los matadores de ahora y él no es una excepción. Y eso, el campo, la garrocha y la familia es la escapatoria a la presión que se impone Perera con su intensidad en la plaza que, en su caso, por muy bien que la lleve, no es poca ni fácil de lidiar. “Intento que mis caballos sean los mejores, pero hay muchos y muy buenos”, regatea la pregunta sobre quién tiene las mejores monturas del campo y escucho de fondo el piafar de su caballo, nervioso por reiniciar la marcha. Lustrosa el anca, tomo prestada la cita de Chaves Nogales, cuidados los cabos, vivo el ojo, estirada la oreja, espumeante el belfo, prieta la cincha… e imagino al matador sentado a la sombra de una encina pasando revista a la temporada con el periodista. La imagen contrasta abiertamente con las de Miguel Ángel en el Palace que ilustran la entrevista. Las dos valen, es la dualidad que permite el éxito en los toreros. Disfrute aquí y disfrute allá, campo y ciudad, la vida bebida a grandes sorbos, que para eso se arrima uno y desgaste haberlo haylo aunque seas Perera.

Y LLEGÓ SEVILLA

-Llegó Sevilla, te sale el segundo toro y te plantea otro reto diferente. Ya no vale el Perera solo intenso, a ese hay que aplicarle templanza, mesura, digamos que cariño, queda prohibida la guerra y pasas la prueba con nota alta, es como gritar algo así como ¡y además existe este Perera!

-En mi carrera no todo ha sido a base de cojonazos, si me permites la expresión. Nunca me gustó que me encasillasen como un torero de cercanías. Yo me considero un torero muy largo que se adapta a cualquier embestida, a la buena, a la media, a la regular y a las otras, que también existen. A torear en largo y a torear en corto. Es lo que te permite perdurar en el tiempo. A mí me hubiese gustado que saliesen dos toros como el segundo, pero a toro pasado me alegro de que saliesen los dos tan diferentes que me permitieron mostrar mi tauromaquia. Uno para hablar del poder, del sometimiento, de la apuesta… y el otro para torearlo con pulso, con mimo, con profundidad.

-¿Cuál de los dos te generaba más compromiso?

-El riesgo lo tiene el segundo. En el primero la gente está viendo la dificultad, puede parecer que no tiene faena y tú se la haces, el difícil de cuajar es el segundo al que se le ve el ritmo y el temple, y si no se la haces…

“Lo más puro y lo más romántico es cuando el torero está en la plaza, pero después hay que aceptar que esto es un negocio”

-¿En una tarde de compromiso cuál te pides el primero o el segundo?

-Para marcar diferencias, el primero. Al segundo si estás fresco lo vas a cuajar, pero evidentemente la importancia, la intensidad que puede alcanzar una faena con el primero es diferencial.

-¿Estás en tu mejor momento?

-Hubo temporadas muy redondas, las de 2008, 2012, 2013… lo que hace especial estos momentos de ahora es que ya no eres un chaval, que llevas veinte años de alternativa, tienes cuarenta tacos y cuesta mucho más todo tipo de esfuerzo. Eso es ley de vida. Eso hace más especial este momento dulce que estoy viviendo desde el año pasado.

-¿Eso se disfruta o se sufre?

-Yo lo estoy disfrutando, tengo el poso y la experiencia sin perder el celo ni la intensidad de mi toreo.

-Celo, ilusión y poso… así cualquiera.

-No es fácil ¡eh! mantenerse en ese punto, no es fácil, es algo como la felicidad, que dura lo que dura.

-Veinte años de alternativa invitan a preguntarte qué aprendiste en ese tiempo.

-Que hay que tener memoria, pero sobre todo paciencia y confianza. Han sido las bases de mi carrera. También es importante la lealtad a una forma de ser, a tu forma de torear y la confianza en uno mismo para no tirar la toalla.

Foto: Javier Arroyo

-¿Qué te motiva para seguir jugándote la vida?

-Sentir que después de veinte años soy capaz de sorprender y de emocionar.

-¿Miras para atrás y te gustas?

-Sí, aceptando que hay momentos diferentes, que veinte años son muchos, sí, claro que me gusto.

-¿Y te mareas?

-Nooo. Me siento un privilegiado. Pienso en cuando era niño que soñaba estar en las ferias en los grandes carteles y que al final lo conseguí. Sería muy ingrato con la profesión si no fuese agradecido con lo que he vivido, con lo que he conocido, hasta donde he llegado. Tengo que decirte que ante todo me puede la gratitud al toro.

-Así que no cabe aquello de si lo sé no vengo.

-No, no. He tenido momentos muy duros como el de la cornada de Salamanca. La recuperación fue muy dolorosa, de mucho sufrimiento y en esos momentos se te pasan muchas cosas por la cabeza, pero luego lo piensas con frialdad y entiendes que es el precio que tiene esta profesión y a pesar de todo te sigue mereciendo la pena.

LA JUSTICIA DEL TOREO

-¿Hay justicia en el toreo?

-Eso tiene difícil respuesta. Siempre se dijo que el toreo era muy justo, pero… cuando llegué había otras libertades, estaba todo menos concentrado y podías andar de muchas formas, ahora cada vez está más concentrado y no es todo lo justo que debería ser. Cierto que al final el tiempo y el toro pone las cosas en su sitio, pero…

-¿Qué urge cambiar en el toreo?

-Urge unión a nivel estamental de cara a lo que se nos va a venir encima y que ya estamos sufriendo. Y a nivel más interno abogaría por tener más sensibilidad con la gente joven, que es el futuro. Hay que atraerlos a las plazas con precios especiales o con otras acciones. Hay ganas de toros entre los jóvenes y hay que facilitarles el acceso.

Foto: Javier Arroyo

-¿En quién crees?

-En Dios. La lealtad y la palabra no viven su mejor momento aun a pesar de que hay gente buena, así que creer creo en Dios.

La charla continúa por cuestiones más personales. Cuesta creer, le digo, que un torero tan poderoso, tan dominador, pueda tener supersticiones que al fin y al cabo no son más que temores. Me dice que mantiene alguna pero afortunadamente no las ha aumentado. Que la montera en la raya de picar tras los brindis no es una superstición. “No sé cuándo ni por qué comencé a hacerlo, pero se ha convertido en una manía y si no la pones en el mismo sitio parece que no estás a gusto”. Y rebuscando la explicación, el toreo también se razona, apunta a que él es torero de los medios y para que le molestase menos comenzó a dejarla allí y se ha convertido en costumbre. “Sí, quizá sea eso”.

“Claro que existen toreros incómodos en la plaza. ¿Que si yo lo soy?… Eso se lo deberías preguntar a los demás”

Y en ese tercio de las supersticiones que conserva se acuerda de la prohibición tácita de dejar la montera encima de la cama que le viene de un festival siendo apenas un chavalín: “Dejé un sombrero encima de la cama y un banderillero mayor me echó una bronca grande”, y de aquel tiempo le viene también el hábito, igual no es superstición, solo hábito, de dejar la luz de la habitación encendida cuando se va a la plaza. “Son cosas que te han imprimido desde los comienzos cuando estás todavía virgen”, y que, en realidad, digo yo, no necesitan justificación.

-¿Quién es el malo?

-Nadie en concreto. Esto es un negocio y como todos los negocios hay intereses contrapuestos y cada uno va a lo suyo, a lo que le pueda convenir para llevar su carrera adelante. Hay encuentros y hay desencuentros, y seguidamente vuelve a haber encuentros. Lo más puro y lo más romántico es cuando el torero está en la plaza, pero después es un negocio.

-Peleaste mucho por caminar independiente por la profesión, ¿valió la pena?

-Por supuesto que sí. Era una forma de entender la profesión, a la vez que como torero necesitaba una persona que me hiciese crecer artísticamente y la encontré con Fernando -Cepeda- y lo que en principio no sabía dónde me iba a llevar, supuso estar doce años juntos. Fue una experiencia bonita y reconocida.

-Fuiste una referencia en ese tema.

-No era esa la intención. Solo era una filosofía de vida y elegí la persona que podía sacar lo mejor de mí.

-¿Te pusieron muchas multas?

-Las propias que tiene el toreo. Cuando estás en una situación en la que puedes apretar aprietas y cuando no, te aprietan. Es la ley de la profesión.

-¿Diplomacia y toreo son compatibles?

-Pueden serlo. La clave es claridad y transparencia, cuando no la hay todo cuesta más.

-¿El valor se gasta?

-Sí, claro que se gasta.

-¿A ti también?

-También. Lo que pasa es que uno se va conociendo y a base de la preparación, de mentalizarse, de ilusión, de tener objetivos, te vas alimentando. En mis primeros años tenía otro ímpetu, era miedo a nada, luego la vida te va madurando, haciendo hombre y la balanza pone a un lado y a otro lo que tienes y lo que puedes perder. Aparece también el instinto de conservación. En realidad, es cosa de humanos, algo muy personal. En tu interior existe el diablo bueno y el diablo malo, uno te dice que sí y el otro que no, pues tiene que alimentar al bueno para llegar a Madrid o a Bilbao o a Sevilla, a los sitios que pesan y escuchar que te diga el bueno vamos adelante por esto o por aquello.

“No concibo el acompañamiento. No concibo un muletazo sin control, sin profundidad, sin dominio, no entra en mi concepto”

-¿El arte es algo inaccesible o eso es un cuento, se puede decir que está sobrevalorado?

-Yo no diría que sea un cuento, pero sí es verdad que en ocasiones puede estar sobrevalorado. En cualquier caso, yo preguntó: qué es el arte.

-Eso digo.

-¿Una forma de componer, un fogonazo, una foto… qué es? Yo creo más en el don que tiene un hombre para interpretar porque artistas somos todos.

-¿Cabeza o corazón?… ¿qué ponemos primero?

-Yo elijo el corazón. Cuando aparece el mejor Perera es cuando soy más pasional y eso lo da el corazón. La cabeza lo que hace es que pongas tu técnica al servicio del toreo para poder a los toros, para dominarlos, para pensar y poder construir, pero cuando tienes esa situación controlada lo que me gustaría que se impusiese es el corazón, la pasión.

-¿Crees que existen toreros incómodos en la plaza?

-Claro que los hay.

-¿Tú lo eres?

-Eso se lo deberías preguntar a los demás. Yo tengo la sensación de que sí los hay. Yo lo he sentido. Llegas al patio de cuadrillas y ves a un tío que está redondo y te mira y lo notas, te dices este me va a apretar.

-¿Te alegras de los éxitos de los compañeros?

-Sí. Siempre pensé que mi éxito no dependía del fracaso de los demás.

-¿Ha habido respuesta justa a los éxitos de este año?

-No la que hubiese deseado, aunque hay muchas ferias cerradas. Eso es algo que ha cambiado, ya no se espera a Sevilla ni a Madrid y da pie a muchos casos sangrantes. Sin ir más lejos el de Fernando Adrián el año pasado.

No piensa torear mucho más que el año pasado, treinta, cuarenta tardes, y asegura que no se preocupa por el tema, que, a día de hoy, solo sabe que la próxima es León y que luego vendrá Pamplona, Santander…

-En una entrevista anterior me decías paciencia y memoria que la vida es larga. ¿Ha llegado el momento de cobrar?

-Yo no soy rencoroso. Evidentemente paciencia y memoria, sí, pero no como ánimo de rencor o venganza. Tras estos años en los que he tenido tantas experiencias, el G-10, G-20… ha llegado el momento en el que quiero mantenerme como estoy, ser feliz con lo que soy y seguir llevando mi carrera adelante.

“Siempre pensé que mi éxito no dependía del fracaso de los otros”

-Volvamos a la plaza para acabar. ¿Sigues buscando la profundidad?

-Claro. Eso es la base de mi tauromaquia. No concibo el acompañamiento. No concibo un muletazo sin control, sin profundidad, sin dominio, no digo que no sea bueno ni malo, solo que no entra en mi concepto. Con lo que me identifico y lo que busco es el control de la embestida, el sometimiento, la profundidad del muletazo.

-¿Y la estética donde la dejamos?

-No hay nada más estético que un muletazo poderoso e intenso. La estética sin sometimiento a mí no me dice nada.

-Pues dicho queda.

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