Se esperaba más público del que se dio cita en los escaños de la bella plaza monumental merideña. Pero los que asistieron disfrutaron una tarde entretenida, en parte, por la voluntad, solvencia técnica y veteranía de los espadas actuantes.
Impertérrito cerrado en tablas abrió faena Castella, torero que gusta del toreo de cercanías como luego se prodigó en sacar partido al escurrido y cornalón astado primero, el cual paso a media altura, donde se regodeó en lucirse en muletazos templados pero ayunos de emotividad por la limitada casta del astado. Tan a gusto y exultante se veía que resultó volteado por el animal, tomando a partir de allí emotividad el trasteo. La estocada entera, trasera y desprendida, valdría para el corte de una oreja.
Mucho más variado y entregado se le vio al displicente y apático torero, en otra labor de amplio repertorio cercano a pitones, donde el temple y colocación milimétrica fueron elementos técnicos para resaltar virtudes del noble segundo, al que incluso el torero insistiría en la petición de los neófitos por el indulto improcedente, alargando más de lo debido la faena. Al final, el fallo con los aceros hizo que lo que era triunfo de dos orejas quedara en tímidas palmas tras dos avisos. Por cierto, acertado criterio del palco en mantener y denegar la enfermiza petición del perdón del indulto.
Perera luciría con autoridad frente al noblote primero, el cual recetaría la dosis de temple y delicadeza con los engaños, en especial por la derecha donde a base de firmeza y toreo en la corta distancia, hizo ver mejor de lo que era al mencionado burel. El espadazo trasero hizo doblar al animal y con ello la oreja.
Mayores ribetes de emoción tuvo su labor ante su segundo, animal de una pastueña y almibarada condición en su embestida, a tal punto de empalagarse un Perera que al igual que Castella por momentos le faltaría el respeto al toro, llevándose una voltereta de órdago, que fue el catalizador para que los presentes entraran en interés de la faena, la que luego tomaría emotividad que tras el espadazo entero, ligeramente trasera, desatarse una desaforada pañolada y con ello la concesión, un tanto excesiva de las dos orejas, cuando en realidad era para una. Pero qué más da…
La actuación de Antonio Suárez a lo largo de la tarde fue de interés desde todo punto de vista. Cortó una oreja en cada uno de sus toros y salió a hombros junto a Perera.
Mérida (Venezuela). Plaza de Toros Monumental “Román Eduardo Sandia”. Sábado 1 marzo de 2025. I Corrida la Feria del Sol. Toros de la ganadería falconiana de San Antonio (Edgar Varela), en su conjunto correctos de presentación, nobles en distinto grados, pero a menos y faltos de raza y casta en la muleta, sin sacar peligro. Sebastián Castella, oreja y palmas tras dos avisos; Miguel Ángel Perera, oreja y dos orejas; Antonio Suárez, oreja en ambos toros. Entrada: Poco más de media plaza (7000 personas aproximadamente). Destacaron en las banderillas José Chacón y Carlos Pizutto en el 1º, y Fabián Ramírez y de nuevo Pizutto en el 4º, a las órdenes de Castella; Jesús Díez de la cuadrilla de Perera en el 2º y Abrahán Graterol en el 3º. En la brega destacaría así mismo José Chacón y Gersón Guerrero.