Ponce dona el montante económico del premio a la AECC, a la Fundación IRSN y al comedor social del Padre Ángel
Enrique Ponce recogió anoche el VIII Premio Paquiro de El Cultural de EL MUNDO, galardón que compartió con Javier Aresti, presidente de la Comisión Taurina de la Junta Administrativa de Vista Alegre, por los 25 años de éxitos del valenciano en Bilbao. El acto se desarrolló en una cena de gala en el Hotel Ritz de Madrid, a la que acudieron distintas personalidades de todos los ámbitos. Allí recogieron la escultura, obra de Víctor Ochoa, entrando a formar parte del listado de ganadores que forman los toreros Sebastián Castella, José Tomás -en cuatro ocasiones-, Morante de la Puebla, así como el Nobel Mario Vargas Llosa ex aequo con Pere Gimferrer.
Enrique Ponce fue recibido por el director de EL MUNDO, Casimiro García-Abadillo, y el académico Luis María Ansón, presidente de El Cultural y alma máter del galardón, que ejercieron de anfitriones de los ganadores. La gala conducida por el jefe de la sección de Toros de este periódico, Vicente Zabala de la Serna, que destacó que “los fértiles 25 años de relación de Enrique Ponce y Bilbao -casi 60 tardes, ahí es nada- alcanzaron su cénit en 2013, como colofón a un binomio que ya es patrimonio del toreo”.
Tras la proyección de un vídeo que recordó las últimas faenas del valenciano en Vista Alegre, Fernando Almansa, presidente del Jurado, y Jaume Giró, director ejecutivo de La Caixa, hicieron entrega del VIII Paquiro a Enrique Ponce y Javier Aresti.
El discurso de Ponce fue uno de los momentos culminantes de la noche. El torero dedicó el premio a su madre, su mujer y sus hijas y comenzó hablando de su vínculo con Bilbao: “Unir mi nombre al de Bilbao y su plaza es todo un honor por lo que significa esta ciudad para el toreo, por lo que ha significado en mi carrera como torero, y por la comprensión que ha encontrado allí mi arte. Si tuviera que definir de alguna manera a Bilbao sería como la plaza que se rige por un equilibrio como razón fundamental para llegar a la grandeza conseguida”. Al hilo de estas reflexiones, Ponce tuvo un recuerdo para Iñaki Azcuna.
El maestro hizo una reflexión sobre su trayectoria: “Me considero un ser privilegiado en la vida por todo lo que he podido conseguir a través del toro. De niño aposté por salir a buscar el sueño y la fantasía que mi abuelo Leandro me inculcó. Ese camino es el que he seguido toda mi vida tanto como torero como en lo privado. He buscado el equilibrio entre las cosas que forman mi vida, y gran parte de mi vida está dentro del toreo”. Ponce también se refirió a la gran verdad del toreo: “Qué grandeza la del ser humano que siente la sensación de ser único delante del toro. Si para eso hay que morir, aquí, señores, se muere de verdad. He pagado mi tributo al toreo en ocho cornadas y multitud de volteretas. En dos de estas cornadas sentí la muerte cercana, sentí ese olor a cera que decía mi paisano Blanquet, fiel banderillero de Gallito. En la última recientemente en Valencia, mientras sentía el pitón entrando por mi pecho hasta mi cuello, entendí que podía ser el final. Lo pensé. Esperaba ese derrote final. Y tuve miedo, pero nunca resentimiento hacia el toro que me cogió. Sentí miedo porque desde niño entendí que la muerte vive y es real en el ruedo”. Tras esta impresionante revelación, Ponce aseguró: “He vuelto a las plazas incluso si cabe más maduro después de 25 años como matador de toros. Más consciente de lo que ponemos en juego, pero sobre todo más torero. Disfruto del toreo en un sentido más amplio, en un estadio superior y cada tarde que pasa lo entiendo más como me lo explicó mi abuelo: más clásico y más puro”. Y terminó reflexionando sobre las claves de su tauromaquia: “El equilibrio como fundamento de la Tauromaquia es lo que ha presidido mi vida como torero. La técnica como armazón sobre el que se construye la obra bien hecha, firme y segura. Creo que la técnica en el toreo se aprende a través de la inteligencia cognitiva, pero también debe existir una inteligencia emocional que te invita a reaccionar con argumentos técnicos cuando el comportamiento del toro es imprevisto. El arte del toreo es un equilibrio constante entre la lidia como arte y la belleza del embroque como fin. La lidia, en su conjunto, es el arte supremo. La estética es la culminación de un sueño”.
Enrique Ponce donó el montante económico del premio a la Asociación Española Contra el Cáncer, a la Fundación IRSN y al comedor social del Padre Ángel.
Entre los asistentes se encontraban los empresarios Pablo Chopera y Luis Álvarez; Juan Manuel Delgado, miembro de la Comisión Taurina de la Junta Administrativa de Vista Alegre; Salvador Victoria, presidente del Consejo de Asuntos Taurinos de la CAM; el doctor Ángel Villamor, El Litri y su esposa, Carolina Herrera; Javier Conde y Estrella Morente; Ramón García y Patricia Cerezo, muy amigos de Ponce, o el ganadero Fernando Domecq.
El alcalde de San Sebastián garantiza el futuro uso taurino del nuevo Illunbe Berria, cuyo…
Así lo contempla el anteproyecto de remodelación de la plaza de toros de San Sebastián…
Se fue sin alharacas, sin reconocimientos, sin festival, sin honores, no los quería. Se fue…
Según informa Soria Noticias, la sentencia del Tribual Superior de Justicia de Castilla y León…
De una fuerte personalidad y carácter, dotó al palco de un rigor y seriedad poco…
Hombre clave en la carrera de Manuel Díaz "El Cordobés", El Comandante, como se le…