Parece que fue ayer cuando se recuperó la tradición taurina del toro de San Antonio, tras un largo paréntesis de veinticinco años, pero en esta segunda etapa, ya han celebrado su quinto aniversario. Con una programación cargada de actos (misa al santo, romería, albaes, torrà, cabalgata, calderas…) y como no, el toro como eje central de las fiestas de esta barriada.
El sábado 14 de enero, en una gélida tarde, la gente tenía ganas de toro, por lo que se pudo ver en el recinto debido a la gran afluencia. Se preparó la desencajonada de dos toros adquiridos en la dehesa Campo Bravo, propiedad de los aficionados locales Marsaga y Andarillo. En primer lugar fue desencajonado el toro “Lenguaclara” de la ganadería de Torrestrella. Toro terciado de presentación, que tuvo un comportamiento muy abanto durante la tarde, llegando a dar dos vueltas completas al recinto, cumpliendo así el cometido de hacer disfrutar a la gente.
A continuación, fue desencajonado el toro “Jienero” de la ganadería jienense de Jiménez Pasquau, que tan buenos productos dio a sus propietarios el año anterior. Ejemplar mejor presentado, que dio la cara en sus primeros compases de su lidia, pero que fue mostrando un comportamiento reservón a medida que transcurrían los minutos. Tuvo que ser enlazado para encerrarlo en los corrales.
La tarde continuó con la suelta de vaquillas, siendo la última embolada, de nombre “Coqueta”, cortando la cuerda Juanfer Ferrer “Rallat”, tras ser embolada por la cuadrilla de “Rallat”. Antes de cenar, la cuadrilla de Ximo&Xato fue la encargada de embolar al toro “Nazareno”, cortando la cuerda Manolo Ferrando. Las vaquillas y este último toro pertenecían al ganadero local Jaime Bosch “Saliner”.
Por la noche fue embolado en primer lugar el toro de Torrestrella por la cuadrilla de José Comes, cortando la cuerda Javier Esteve “Rallat”. La noche se cerró con la embolada del toro de Jiménez Pasquau, a cargo de la cuadrilla de Fernando Ferrer “Rallat”, siendo este último el encargado de cortar la cuerda. En fin, agradable jornada taurina por la movilidad de los astados, y como no, por la ausencia de percances.