De la noche a la mañana ha aparecido un avispero en una ventana de mi domicilio. Después de dar los pasos necesarios para tratar de quitarme de encima la plaga, me entero de que los inoportunos y peligrosos “ocupas” son nada menos que “especie protegida”, y que si trato de echarlos de mi propiedad por cualquier método que les haga sufrir lo más mínimo, puedo incurrir en un delito tipificado como “intento de extinción de especie”. He pensado en ir cogiendo a las avispas una a una y rogarles amablemente al oído que se vayan con el aguijón a otra parte, pero he desistido porque mi acción podría ser considerada como coercitiva por los nuevos santones políticos. Ahora comprendo mejor la política de Ada Colau sobre la ocupación de inmuebles. No es un delito; es “un estilo de vida”. Anidando donde se pueda, como mis indeseadas inquilinas…
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