La pandemia ensanchó el “charco” entre España y los países americanos, de tal forma que las tauromaquias de cada país con toros son islas sin apenas otro nexo que el habla y una pasión. Algo importante, pero muy en contra de los tiempos, en donde la globalización del animalismo social y político es una realidad única, mientras que el toreo se fractura en su gestión: cada país tomando medidas de “reactivación” a su aire. Que no es otro aire o parecer de quien gestiona el toreo, las personas. Hay una brecha y un aislamiento tan grande que no existe el “mundo taurino” sino un sálvese quien pueda en cada país. México incluido.
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