El albaceteño Sergio Martínez ha puesto punto final a su carrera como matador de toros en plena juventud y fuerza. La afición también sigue intacta en su espíritu…
El albaceteño Sergio Martínez ha puesto punto final a su carrera como matador de toros en plena juventud y fuerza. La afición también sigue intacta en su espíritu. Es torero desde niño y será torero hasta el último día de su vida. Pero… Los imponderables de siempre, en estos tiempos más acusados que nunca, le han aconsejado a Sergio hacer mutis por el foro aburrido de tanto esperar inútilmente, para dedicarse a sacar a su familia adelante por otros derroteros, eso sí, deseando que no sean muy alejados de la Fiesta.
No lo tendrá fácil, pero más duro es levantarse cada mañana, coger los trastos e irse a entrenar sabiendo que probablemente no se vestirá de torero en toda la temporada. Y el de Albacete es un buen torero, ha cortado cuatro orejas en Las Ventas y ni aún así ha podido abrir un resquicio que le permita continuar en la profesión que eligió, y a la que ha entregado sus mejores años e ilusiones. Es también Sergio una buena persona, un hombre educado y discreto, virtudes que de poco le han valido para abrirse camino.
No ha tenido detrás nunca una “casa” importante que le empujara hacia la consecución de sus metas. Ha navegado a solas con la esperanza de que un día se dieran cuenta de que es un gran muletero, algo frío, como todos los que interpretan el toreo con profundidad y seriedad, pero que merecía mejor suerte. Se va sin rencor, pero con la inevitable amargura de quien sabe que él no se ha equivocado. Que la culpa está en los socorridos imponderables. Suerte y ánimo torero, porque corazón te sobra…