Fue uno de los nombres propios en el inicio de la pandemia: Carlos Galván, el sastre de toreros que dio todo un ejemplo de solidaridad cuando centró todos sus esfuerzos en crear mascarillas y batas para sanitarios con el único material del que disponía, el raso con el que se confeccionan los trajes de luces. No le importó por una buena causa dejar de lado su recién inaugurado proyecto de vestir a los toreros.
El que fuera novillero con picadores y mozo de espadas emprendió a principios de año un nuevo camino en el mundo de la sastrería taurina, proyecto que se vio muy perjudicado por la pandemia. Sin embargo, este emprendedor de 36 años, que ha apostado por este sector de la Fiesta que también necesita de manos jóvenes para darle continuidad a una profesión minoritaria, lucha con todas sus fuerzas por mantener abiertas las puertas de un negocio en peligro de extinción.
Tira de imaginación para conseguirlo. Tal es su empeño, que incluso ha decidido sortear la lidia de un novillo a puerta cerrada para sus clientes. El próximo 30 de noviembre se desvelará el nombre del afortunado que podrá lidiar un novillo totalmente gratis de la ganadería toledana Dehesa de Valhondillo.